Por Paula Molina Mayo 27, 2015

“Hay cualidades que en los hombres se admiran como muestras de liderazgo y que en las mujeres se ven como formas ‘mandonas’ o arrogantes. Es un doble estándar que creo haber experimentado en mi vida laboral y que, espero, desaparezca con el tiempo”.

“Dilo: me echaron”. La periodista Jill Abramson, la primera y única mujer que dirigió el New York Times en 160 años, fue despedida de su cargo con escándalo en mayo del 2014. Casi inmediatamente se planteó que Abramson había sido removida por exigir un sueldo similar al de su antecesor. El presidente del diario, Arthur Sulzberger Jr., en cambio, explicó el despido de Abramson acusando que tenía un estilo “distante” y “autocrático”, que tomaba decisiones sin notificar a sus colegas. “¿No podría decirse lo mismo de los hombres que ocuparon el mismo cargo antes que Abramson?”, le preguntó Vanity Fair a Sulzberger. “Seguro, pero los tiempos han cambiado”, respondió.

“Hay cualidades que en los hombres se admiran como muestras de liderazgo y que en las mujeres se ven como formas ‘mandonas’ o arrogantes. Es un doble estándar que creo haber experimentado en mi vida laboral y que, espero, desaparezca con el tiempo”, dice Jill Abramson a revista Qué Pasa.

Responde esta entrevista desde su oficina en la Universidad de Harvard, donde dicta un curso de escritura y prepara un libro sobre el futuro del periodismo. Trabaja, además, en un proyecto digital que, ha anunciado, podría pagar más de 100 mil dólares por notas periodísticas sólidas.

Abramson llegó al New York Times en 1997, asumió como executive director el 2011 hasta el 2014. Estuvo 17 años en el diario más importante de Estados Unidos, pero la echaron. Y quiere que las mujeres que trabajan, y sobre todo las que empiezan a hacerlo, lo sepan: no es una vergüenza que te echen. “No es una derrota”, le dice a Qué Pasa.

En esta entrevista, Abramson habla de todo lo anterior, pero también de las últimas luchas del periodismo y cuenta por qué cree que el mundo todavía necesita, además de redes sociales, medios de prensa confiables y veraces.

-¿Qué enseña como profesora?
-Es un seminario donde me focalizo intensamente en la escritura. Son 14 estudiantes que escriben dos piezas, un perfil de unas 300 palabras y luego un artículo investigativo o explicativo. También leemos algunas de mis piezas favoritas.

-¿Como cuáles?
-Siempre enseño un perfil fantástico de Gay Talese, “Frank Sinatra está resfriado”.

-Es muy bueno.
-Es fantástico. También leemos algunos reportajes. En mi última clase diseccionamos cómo David Barbosa del New York Times escribió la serie sobre los “principitos chinos” que recibió el Pulitzer hace un par de años.

-Son dos artículos bien distintos, el de China y Sinatra, ¿qué es más relevante hoy: un periodismo muy bien escrito o uno que se concentre en los datos?

-No tengo nada contra el periodismo de datos, pero creo que todavía la habilidad más importante de un periodista es el arte de reportear a conciencia y armar una buena historia.

-Usted es conocida como la primera mujer que dirigió el New York Times, pero fue también la primera mujer en muchos otros lugares.
-Es cierto. En muchos ambientes ha sido difícil aceptar totalmente a las mujeres. Muchos de los lugares en que yo he estado han sido ambientes dominados por hombres o donde los hombres todavía son mayoría.

-¿Y qué se necesita para ser la primera?
-No sé, no me programé para ser la primera. Lo que siempre me alimentó fue mi deseo de hacer cosas distintas y mi pasión por el periodismo. Creo que nunca me nombraron en un puesto por ser mujer, sino por mi talento. Pero estoy muy orgullosa de ser mujer y, además, la primera mujer en esos puestos.

-Pero también se pagan costos. ¿Ha valido la pena?
-Totalmente. He tenido los más interesantes trabajos periodísticos. He tenido una carrera fantástica y ahora estoy haciendo algo distinto y que me entusiasma mucho. No siento que haya pagado ningún precio; sólo he recibido un  montón de cosas interesantísimas y desafiantes por hacer.

-Sobre su nuevo proyecto periodístico, ha dicho que va a escribir muy pocas historias.
-Un artículo largo al mes.

-Y usted lo escribirá. Tiene que elegir muy bien la historia si sólo va a escribir una.
-Sí, pero ¿no te pasa lo mismo? ¿No hay momentos en los que te gustaría dar un paso atrás y pasar un tiempo largo explorando de manera profunda la vida de uno de tus entrevistados? ¿Alguien que haya capturado tu imaginación y que te gustaría entender mejor?

-Suena fantástico.
-Pues ahí está, eso voy a hacer. También estoy escribiendo un libro que me tiene muy interesada. Tendrá algunos grandes personajes y será la historia del negocio periodístico hoy. Tratará de los esfuerzos por sobrevivir de los medios tradicionales y de los esfuerzos de los nuevos medios por tener éxito en el periodismo actual.

-Es la historia de una lucha.
-Es que ha sido una lucha, una verdadera pelea por ganar la atención de la audiencia. A veces siento que estamos ahogados en información. Hay tantos sitios donde buscar noticias, que creo que el periodismo se ha vuelto de alguna manera un universo muy difícil de navegar para muchas personas.

-¿Por qué cree que una historia así puede ser interesante para quienes no son periodistas?
-Porque creo que es importante saber si el público está obteniendo información honesta y confiable. Es crucial tener una ciudadanía informada, en Chile, Estados Unidos o en cualquier parte. Es importante que las personas que tengan acceso a información sepan que es verdadera, verificada. Todavía es crítico para las sociedades tener un libre flujo de información y un periodismo profesional capaz de poner los eventos en perspectiva, combinar datos y explicar lo que está pasando.

-En esa lucha de medios nuevos y tradicionales, ¿cuáles cree que han sido los peores errores?
-Pienso que la idea de dejar todo gratis en Internet puede haber sido un error. Porque hoy hay algunas organizaciones de noticias de calidad que son capaces de cobrar por su suscripción y que han creado una fuente de negocios allí. La gratuidad total fue un error. También creo que algunos medios, en su esfuerzo por proteger su reporteo tradicional, no se hicieron cargo de la actualización tecnológica. También fue un error. Y creo que cuando el negocio de los medios se volvió más desafiante, demasiados medios redujeron sus equipos y disminuyeron la calidad de la información que estaban publicando. Muchas de esas compañías no lograron sobrevivir, porque perdieron su capacidad de producir material relevante para sus lectores.

-Volviendo a su historia profesional, ¿cree que la despidieron del NYT, un medio tradicional, por ser mujer? ¿O piensa que a un hombre lo habrían despedido igual?
-Esa es una pregunta que me resulta imposible de responder. Yo no fui quien me despidió. Cualidades que en los hombres se admiran como muestras de liderazgo pueden ser vistas en las mujeres como formas de ser “mandonas” o arrogantes. Es un doble estándar que experimenté y que espero desaparezca.

-La llamo desde un país que ha elegido dos veces a una mujer como presidenta, ¿por qué cree que Estados Unidos no ha tenido una?
-Me encantaría ver elegida presidenta a una mujer calificada, que quiera mejorar la vida en este país. Espero vivir para ver ese día. No sé por qué no ha ocurrido, pero creo que si una candidata es atractiva y bien cualificada, podría ser elegida.

-O sea no votaría por alguien sólo porque es mujer.
-No, no creo que yo ni otras personas votáramos por una persona sólo por su género. Y pensando en lo que me preguntabas antes, no, tampoco creo que me hayan despedido del New York Times por ser mujer.

-Su despido fue noticia en todo el mundo y es algo que usted no quiere matizar.
-Obviamente fue muy triste para mí ser despedida de un trabajo que amaba y que creo estaba haciendo muy bien. Pero los seres humanos son sorprendentemente resilientes y en los meses que siguieron descubrí que mi pasión por el periodismo no ha cambiado y que me estoy involucrando en el periodismo en nuevas formas. Y eso es interesante. Pienso en los 17 años que estuve en el Times con un enorme orgullo. No tengo ni un rastro de amargura de mis experiencias en el diario. Y estoy inmensamente agradecida de quienes trabajaron conmigo.

-Aunque fue despedida.
-Fui despedida, pero a la mayoría de las personas en el mundo las despiden en algún momento. No es algo que esconder. Y para mí es importante mostrarle a la gente, especialmente a las mujeres jóvenes que empiezan su vida laboral, que un despido no es una derrota, no es algo terrible: tienes que recuperarte y descubrir otra forma de contribuir a la sociedad. Yo quería ejemplificar ese tipo de resiliencia.

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