Por Alejandra Costamagna Junio 18, 2015

La historia es conocida: Próspero, duque de Milán, vive desde hace años en una isla solitaria junto a su hija Miranda, tras haber sido destituido por su hermano Antonio. Las únicas presencias en el lugar son el esclavo Calibán, hijo de una hechicera igualmente desterrada, y Ariel, espíritu del aire liberado por el duque gracias a sus poderes mágicos. Cuando Próspero se entera de que Antonio navega cerca de la isla junto al rey de Nápoles y su hijo, desata una tempestad que los hace naufragar. Pero los quiere vivos, ésa es su venganza. Viene entonces una cadena de peripecias y confusiones, hasta que todo se ordena: los usurpadores se arrepienten, Miranda se enamora del hijo del rey, el duque perdona a sus enemigos y recupera el poder. La tempestad, una de las últimas obras escritas por Shakespeare, ha tenido diversas interpretaciones, que van desde la mirada poscolonialista hasta el enfoque crítico del feminismo. 

La lectura de Juan Radrigán para su versión, dirigida por Rodrigo Pérez y protagonizada por Claudia di Girólamo en el rol de Próspero, hace énfasis en un aspecto de especial contingencia para el espectador local. El dramaturgo reelabora el "perdón bellaco", según su visión del final del texto, para plantear que la reconciliación es un camino complejo, difícil, acaso imposible sin la debida reparación a través de la justicia. Radrigán no teme a las palabras grandes y, aunque a veces puedan sonar demasiado cargadas o volver algo explícito y grandilocuente el discurso, el sentido de esta reescritura es del todo coherente con su poética. "Llamo libertad a esa vieja costumbre humana que ustedes llaman morir", dirá Calibán en una de sus múltiples intervenciones. Acaso él y no Próspero sea el verdadero protagonista de esta interpretación radriganiana. El desposeído, el que mantiene el decoro al margen de las condiciones materiales, el que no olvida ni perdona y se enfrenta a los hechos consumados de la historia con el inquebrantable peso de su dignidad.

"La tempestad", en el GAM, hasta el 27 de junio.

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