Por Alejandra Costamagna, escritora Julio 2, 2014

Es una escuela y una compañía. Una escuela en el sentido literal (Escuela Teatro Imagen, que cuenta con egresados como Amparo Noguera y Catalina Saavedra) y en la expresión de un nombre que durante los 70, liderado por Gustavo Meza, marcó tendencia: la de un teatro colectivo e independiente, que resistió a la dictadura sin apelar a la denuncia explícita y en el que se iniciaron dramaturgos como Marco Antonio de la Parra, Juan Radrigán, Luis Rivano y el mismo Meza, Premio Nacional de Arte 2007. Por eso también el término “compañía” adquiere doble peso en las celebraciones de sus 40 años de existencia: porque es uno de los grupos de mayor trayectoria en Chile y porque desde sus inicios fue (y sigue siendo) un espacio de compañeros, un núcleo humano que acompaña y va tomando el pulso de los momentos históricos que experimenta. Acaso una de las piezas más significativas de este decimocuarto aniversario -que incluye la reposición de siete montajes- sea Cartas de Jenny, el drama de un amor torcido y absorbente de una madre por su hijo, que por estos días Teatro Imagen presenta en la sala Mori con su elenco original. Es un deleite ver a Jael Unger, después de 16 años de ausencia en las tablas, entregada al mismo rol que protagonizó en 1989. Y, a pesar de que la historia mantiene su vigencia, tal vez lo más atractivo de este reestreno sea la sensación de traslado a la exacta atmósfera de fines de los 80 en Chile. Ese efecto de déjà vu, ese viaje en el tiempo que Gustavo Meza consigue instalar en una escena de posdramaturgias, posdictaduras y otros giros de la historia.

“Cartas de Jenny”. Hasta el 13 de julio en el Teatro Mori Bellavista.

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