Por Alejandra Costamagna, escritora Junio 19, 2014

Actores y muñecos, cuerpos y proyecciones, teatro y animación. Eso es lo que hace la compañía Maleza, que por estos días presenta Un poco invisible, su cuarto trabajo teatral. Escrita por Andrés Kalawski y dirigida por el diseñador Hugo Covarrubias y la actriz Muriel Miranda, la obra tiene como protagonistas a dos hermanos, dos niños, que ven alteradas sus percepciones tras un proceso de duelo. Uno de ellos se siente invisible y el otro dice haber perdido todos los temores. “Crecimos después de lo terrible”, confiesan al inicio. Nunca sabremos con certeza total qué fue aquello tan terrible que los marcó, porque lo que importa acá es la apreciación de los niños, sus subjetividades y sus proyecciones mentales a partir de una pérdida afectiva y una culpa. El uso del stop motion, de dos pantallas superpuestas y de sonidos ambientales en escena, al modo de los radioteatros, así como la presencia de dos actrices que replican a sus respectivos personajes animados y otros recursos audiovisuales nos permiten entrar en una dinámica de juego que no es propiamente infantil. Se trata, más bien, de situarnos en la infancia con evocaciones, sutiles reminiscencias y silencios. Como si nosotros, los espectadores, fuéramos también un poco invisibles. Con el mismo propósito de narrar visualmente una historia, antes de cada función de Un poco invisible, el grupo  proyecta un cortometraje de stop motion basado en el cuento “La noche boca arriba”, de Julio Cortázar. Otra historia que habla de “lo terrible” sin explicitarlo. Desde su estreno en 2011, el corto ha sido seleccionado en diversos certámenes y en 2013 obtuvo el primer lugar en el Festival Internacional Chilemonos. Al final son dos obras en una: dos muestras del original trabajo de lenguajes en diálogo que propone Maleza.

“Un poco invisible”. Martes y sábados, a las 17 horas. Teatro UC.

 

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