Por Valeria Bastías Abril 9, 2014

La historia dice así: se juntan en el Parque Forestal, crean una obra callejera. Hay funciones y algunos viajes. Pasan meses, unos integrantes se van, y de los que quedan, uno propone una idea: montar la versión teatral de la película de Pedro Sienna El húsar de la muerte. El éxito es rotundo, la crítica los aplaude y lo que era un trabajo underground se eleva a un reconocimiento transversal. Desde entonces, han pasado 18 años de un fructífero recorrido independiente, y hoy La Patogallina celebra sus años de vida. “Lo que haremos en Matucana 100 es como lo que nos gustaría mantener constantemente: un pequeño mundo con música, comida, exposiciones y obras”, dice Martín Erazo, director artístico. Con ese afán es que hasta mayo el colectivo presentará cinco obras, dos documentales, tocatas de rock infantil con La Banda de Kazuela y la incendiaria

La Patogallina Saunmachín, más una exposición y la venta de souvenires alrededor de su Kamión Gallina.

-Han funcionado con éxito de manera independiente, pero ¿qué cambiaría si recibieran aportes permanentes?
-Trabajaríamos con más tranquilidad. No necesitamos plata para que nos hagan las cosas, nos gusta la dinámica de hacer todo todos, por algo somos un colectivo, pero es inestable ser independiente. Ahora, más que recibir plata, nos gustaría tener un espacio propio.

- ¿Y cómo sería ese espacio ideal?
-Sería como el que usaremos este mes en Matucana, donde podemos presentarnos y tener nuestras cinco toneladas de cosas. Hemos pensado en conseguirnos algún terreno en Bienes Nacionales o un teatro antiguo que esté botado, hay unos bellos, pero los están ocupando los evangélicos. Creo que con eso, los grupos deberían ser capaces de sacar adelante los espacios.  Ésa es la lucha que tenemos.

-¿La idea sería armar un centro cultural o tienen otro plan? 
-Es que si hay algo bueno que podríamos imitar de los europeos es que los lugares antiguos los dejan para centros culturales.  Nosotros tenemos un público enorme, y a veces nos perdemos un poco porque no siempre tenemos dónde calendarizar funciones, porque tenemos obras grandes. Otro plan que nos gustaría hacer son eventos masivos, como inauguraciones u obras callejeras a gran escala.  Por ejemplo, nos encantaría hacer algo en los estadios de fútbol. Tenemos harta noción de trabajar con imágenes grandes, pero todavía no damos ese paso.

-Después de casi dos décadas de trabajo, ¿qué ha significado la existencia de La Patogallina para el teatro chileno?
-Creo que hemos abierto un espacio popular y no entendido con el desprecio que le da mucha gente a esa palabra, como que popular es lo banal, lo chabacano. Sino que popular en el sentido que está hecho y nos esforzamos por hacer el trabajo pensando en Chile. Por eso yo sé que van a ir todos a celebrar con nosotros.

“18 años colectivo La Patogallina”, hasta el 3 de mayo en Centro Cultural Matucana 100. Programación completa en www.m100.cl

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