Por Alejandra Costamagna, escritora Febrero 12, 2014

“Chile se murió a los pocos días de haber nacido”, dice el protagonista del monólogo Madre, he vuelto, del dramaturgo Leonardo González. Y luego aclara: “Dicen que murió de pena”. Pero no se refiere al país, sino a un caballo. Un potro negro nacido de una yegua igualmente oscura que ha parido a otros treinta y dos caballitos blancos. Chile como un caso raro, una excepción, la huella de un misterio no resuelto. El relator de la historia habla con una mujer postrada en una silla de ruedas, a quien llama “abuela”. Pero luego sabremos también que no hay parentesco entre ambos. En la obra de González nada es lo que parece ser. Ella es una anciana que lleva años esperando el regreso del hijo combatiente y él es un soldado extranjero que huye de la guerra. Ella ya no habla, y él dedica los días a ordenar los fragmentos de una memoria difusa e inventar un futuro posible. Una falsa familia feliz. La estrategia del joven dramaturgo, tanto en esta obra como en Aquí no se ha enterrado nada (ambas estrenadas en Santiago durante 2013 y recién publicadas en el libro Alemania), consiste en abordar la memoria colectiva a partir de unos destellos fantasiosos, a veces delirantes o paródicos, que se anclan en historias de familias descompuestas. Hijos rabiosos que buscan a sus padres; madres agobiadas que buscan a sus hijos, hombres y mujeres a la deriva: la sinopsis alegórica del quiebre social de hace cuarenta años, que hoy sigue vigente y empieza a ser abordado con osadía y frescura, casi al borde de la insolencia, por aquellos que -como González, de 1987- nacieron cuando la dictadura militar ya casi terminaba. Y supieron tempranamente que heredaban una memoria incierta y caprichosa, llena de huecos. Y, sin detenerse demasiado en correcciones políticas, se pusieron a escribir.

El libro “Alemania”, de Leonardo González, está disponible en la librería Prólogo (Merced 375).

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