Por Alejandra Costamagna escritora y periodista Diciembre 13, 2012

Hay algo agradable en la anestesia. Hay un sentido de alucinación al ir perdiendo la conciencia, que se replica minutos antes de recuperarla. Una especie de viaje lisérgico, de ebriedad mental. Sobre estas sensaciones trabaja la actriz Emilia Noguera en Turno, la tercera obra de su aplicada trayectoria como dramaturga. Pero a diferencia de los trabajos anteriores -Suspender (2007) y Un niño (2011)- Noguera asume esta vez la dirección. Y acierta. La sutileza del texto, el delirio que bordea lo real y la fluidez de los diálogos son cultivados armónicamente en escena. Dos hombres convalecientes de intervenciones quirúrgicas en un hospital de paredes frías -como todos los hospitales- y una enfermera con actitud maternal -como casi todas las enfermeras- articulan una historia atravesada por la soledad y la amnesia. Se trata de una pérdida de memoria circunstancial, pero también de un aturdimiento simbólico. ¿Quiénes somos? ¿Qué hemos hecho con nuestra historia? ¿En qué nos hemos convertido? “Están hablando puras leseras”, les dirá la enfermera a sus pacientes. Pero llegará el momento en que ella también se ponga a hablar leseras; que ella misma se vea desbordada por una vida miserable y libere su explosión verbal. Porque los tres personajes, interpretados con pareja desenvoltura por Carlos Ugarte, Etienne Bobenrieth y Carla Casali, están a medio camino entre la realidad y la ilusión. Y entre los tres potencian sus obsesiones, sus taras y sus apetencias. Como si en vez de estar bajo los efectos de un calmante entre las cuatro paredes de un sanatorio estuvieran en un bar, muy borrachos, muy dispuestos a pedir el último trago antes de caer muertos. O peor: antes de recuperar la ordinaria lucidez.

“Turno”, de Emilia Noguera. Teatro del Puente. Hasta el 15 de diciembre. 

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