Por Marisol García Enero 14, 2015

Es prueba de buena salud que una banda ya no pueda esperar para registrar y publicar su música (“estábamos calientes por grabar”, lo ilustró Carlos Cabezas). Entre el contundente Se caiga el cielo (2013) y el LP que debiese sucederlo este año, el minidisco El calor (cuatro canciones nuevas, veintiún minutos de duración) es el tentempié de un grupo que ha sido ejemplar en su dinámica de rearticulación: los Electrodomésticos “reunidos” son tres músicos reacios a hacerse cómplices de la retromanía de sus fans más conservadores. Y en ese impulso creador y creativo que hoy los guía, van marcándose ya rasgos de estilo propios de su trabajo actual (muy diferente al de sus primeros dos álbumes, en los años ochenta): arreglos densos y superpuestos en capas, afirmados por el pulso perentorio de la batería de Edita Rojas e hilvanados por el canto cada vez más suelto de Carlos Cabezas (que no será el de un crooner, pero que ya es innegablemente melódico). Si hay un guiño a su pasado, está en “Parientes del mono” y el sampleo de delirio religioso de un niño predicador acaso aún más insólito que Jimmy Swaggart.  Resulta cada vez más tedioso leer en las entrevistas al grupo preguntas sobre el underground chileno de hace tres décadas. No sólo porque de todo aquello han hablado ya suficiente, sino porque, desde otro lugar, Electrodomésticos ofrece hoy también otro tipo de música con ideas también renovadas.

“El calor”, de Electrodomésticos. (2014, Hueso Records).

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