Por Marisol García Febrero 26, 2014

Para encontrar los más sonoros elogios a Juana Molina hay que saber inglés. Los de Pitchfork -esos pedantes- comparan su nuevo disco con “una habitación ordenada, con muebles de buen gusto y cada parte ajustada con precisión en su lugar”. Querían decir con eso que en Wed 21 nada sobra y todo es lindo, y que, tras cinco discos, la argentina controla sus canciones con el talento del que sabe quédebe ir y dónde.

“Afuera la cobertura que tengo de mi música es enorme, y es rarísimo porque aquí en Argentina ni me tocan en la radio y a veces pienso que la gente no tiene ni cómo conocerme”, cuenta al teléfono desde Buenos Aires la cantautora, que este sábado se sumará como la más significativa participante del festival Neutral en el GAM. “Pero que las cosas estén funcionando así es una alegría. El boca a boca está bárbaro”.

Quienes la tengan al frente atestiguarán el muy inteligente procesamiento electrónico que Molina hace de su voz, al cual acompaña de timbres en vivo -sin sampleos ni secuencias- que le aportan hondura a canciones humanamente mecánicas. A Santiago llegará con una banda. “El disco mío que hoy veo como el padre (o madre) de lo que hago es Segundo (2000), a partir del cual se fueron desarrollando otros embriones. En estos años han cambiado las intenciones, cambió mi vida, cambié yo, pero esa matriz de sonido permanece”.

-No siempre fue bien entendido ese sonido.

-Claro. Cuando saqué Segundo la gente me miraba con un poquito de compasión. “Ay, pobre, el disco que hizo. ¿Creerá ella que va a llegar a alguna parte?”. Yo sentía una cosa de incomprensión y compasión simultánea. Pero es el tipo de sonido que ahora hace todo el mundo. Lo que me interesa es hacer discos que tengan que ver con quién soy yo.

-“Lo raro se volvió hermoso”, decías hace poco en una entrevista.
-Te tranquiliza mucho sacarte de encima esa vanidad de tener que estar perfecta, de no poder equivocarte. De golpe tuve una muda de piel, como las serpientes, y dije: “Ay, pobre. Cómo puede ser que haya perdido tanto tiempo”. Las nuevas generaciones ya no tienen tanto ese problema, pues esto de tener acceso a casi todo ha hecho perder la vergüenza.

-Estás ahora en Buenos Aires. ¿De verdad se cae todo a pedazos?
-Hay cosas que sí se están cayendo a pedazos, aunque yo no tengo la capacidad intelectual de entender y analizar lo que pasa. Me parece que vivimos con un sistema y objetivos equivocados, pero no sólo por este gobierno, sino que en el mundo en general: agotamos recursos en vez de generarlos. Para mí el problema básico de Argentina es que no hay un sistema que rija por encima de los gobiernos, y ahí está la clave del desastre constante. No podés cambiarlo todo cada cuatro o seis años; así no se construye nada. La estabilidad quizás sea también más aburrida, pero si lo que querés es evitar la pobreza hay que parecerse un poco más a eso.

Juana Molina en vivo, festival Neutral. Sábado 1 de marzo, GAM.

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