Por Rodrigo Fresán Marzo 28, 2013

¿Qué tienen en común Paul McCartney, k. d. lang, Elvis Costello, Chris “Coldplay” Martin, Nick Lowe, Rod Stewart, Michael Bublé, Feist, Elton John, Sheryl Crow y un largo etcétera? Respuesta: son todos fans confesos del cantautor para cantautores canadiense Ron Sexsmith, nacido en 1964. Ya saben o no: Sexsmith fue cartero, tiene desde siempre un aire de querubín de Botticelli que durmió mal, desciende directamente de Ray “The Kinks” Davies, de Harry Nilsson y de Leonard Cohen (a quienes versionó con amor y elegancia), tiene 49 años de edad y tres álbumes en 22 años de carrera constante y pareja. Aun así, Sexsmith se ha permitido ciertos coqueteos country, o desvíos hacia la música tropicalista, algún arrime a la electrónica sutil y hasta demostrar cierta voluntad de crear un disco más “comercial”, como en el inmediatamente anterior e irónicamente titulado Long Player Late Bloomer. Pero para mí el mejor Sexsmith florece cuando es producido por el gran Mitchell Froom, quien vuelve a ubicarse delante y detrás de la consola en Forever Endeavour. Así, nada nuevo, lo mismo de siempre y qué bueno que así sea: melodías íntimas y preciosas, letras delicadas e introspectivas. Y, tal vez, la atendible diferencia de que Sexsmith grabó buena parte de estas doce canciones (más dos bonus tracks) en el tiempo que le detectaron “algo raro” en su garganta hasta que los análisis dijeron que estuvo cerca, pero, por ahora, puede seguir de largo. De ahí, una más pronunciada melancolía y la incertidumbre de lo frágiles que somos y -sin por eso privarse de estar de buen humor-agraciadas gracias como “Me Myself and Wine” y “Sneak Out the Back Door”, y la perfecta canción romántica que es “She Does My Heart Good”, que cualquier día de estos grabará alguien mucho más conocido que Ron Sexsmith. Pero nosotros -quienes escuchamos Forever Endeavour- sabremos la verdad. 

“Forever Endeavour”, de Ron Sexsmith.

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