Por José Manuel Simián Diciembre 6, 2012

Si los cinco discos y 58 pistas que componen Silver & Gold, de Sufjan Stevens, no sudan una gota de ironía, es porque para su autor la Navidad es un asunto muy serio y ningún tema es ajeno a su talento. No sólo es un devoto cristiano (aunque no le guste hablar de ello), sino que para él todo puede ser objeto de atención: el zodíaco chino (Enjoy Your Rabbit), los estados de su país (Greetings from Michigan, Illinois) o la autopista que une Brooklyn con Queens (The BQE). Y en su segunda colección navideña (el también quíntuple Songs for Christmas apareció en 2006) su obsesiva visión artística parece no querer dejar rincón sin explorar. Aplicando su pop de cámara a los estándares y composiciones propias (varias de ellas coescritas con los gemelos Dessner de The National), Stevens crea una casi eterna noche de Navidad que concluye con “Christmas Unicorn”, una canción que en sus 12 minutos logra sintetizar la honesta devoción y el kitsch que caracterizan a la cultura navideña. Y cuando Stevens canta entre cuerdas que es un unicornio “símbolo del pecado original” e “histéricamente estadounidense” queremos sonreír, pero terminamos emocionándonos con él.

“Silver & Gold”, de Sufjan Stevens.

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