Por Álvaro Bisama Mayo 27, 2015

Me volví adicto a las novelas protagonizadas por el detective Charlie Parker hace algunos años. Escritas por el irlandés John Connolly (1968) y ambientadas en el Estados Unidos más gótico, partieron como una colección de relatos sobre la caza de serial killers más o menos inverosímiles y luego se volvieron otra cosa: thrillers sobrenaturales donde la prosa podía alternar cierto lirismo con un gusto por escenas de sangre satánicas que no tenían desperdicio. El mérito de Connolly -en novelas como Todo lo que muere, El ángel negroEl camino blanco- era haber convertido a un detective más o menos clásico como Parker en el centro de una conspiración sobrenatural llena de fantasmas, ángeles caídos y paisajes desolados. De este modo, la colección completa de libros trataba de cómo el autor demolía y reinventaba a su héroe, despojándolo de familia y amigos, mientras cruzaba los límites del policial para internarse en los terrenos del horror y la fantasía. Por supuesto, esto funcionaba mejor en algunas novelas que en otras, pero siempre estaba la certeza de que Parker y sus amigos Louis y Angel (un matrimonio de asesinos gay) podían avanzar por una pista resbaladiza plagada de espectros y matanzas espectaculares.

El invierno del lobo es la última novela de Connolly traducida al español por Tusquets y es bastante mejor que La ira de los ángeles, la entrega previa de Parker. Acá el argumento es sencillo: Parker se enfrenta a un pueblo completo llamado Prosperous, mientras busca las claves de la muerte de un indigente cuya hija ha sido raptada para ser sacrificada en dicho lugar. Todo es oscuro y ominoso y el autor, como siempre, consigue sus mejores momentos cuando es capaz de deslizar una pátina viscosa sobre la normalidad del paisaje que describe, uniendo el horror a los espacios de la vida cotidiana. Parker, como siempre, está perdido y a la deriva y, en esta ocasión, Connolly rompe el esquema de sus novelas previas para transformar la cacería de Parker -sobre la mitad del relato- en una obra coral que estalla en múltiples direcciones.

Quizás éste sea el mayor mérito del libro: luego de más de una decena de aventuras, Connolly sabe que Parker debe ser replanteado y usa El invierno del lobo como la excusa para sacudir de nuevo al personaje. De cualquier forma, no voy a contar acá qué pasa, sólo que hay sangre por montones, viejos rituales, sectas secretas y una extraña belleza donde la soledad del protagonista y los suyos encuentra un reflejo en el vagabundeo de un lobo herido que atraviesa el campo y se pierde en los bosques, mientras el frío cae sobre Prosperous como una sombra helada y perversa.

“El invierno del lobo”, de John Connolly.

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