Por quepasa_admin Agosto 6, 2014

Habría que leer La hermana menor (Ediciones UDP), el libro donde la argentina Mariana Enríquez escribe la biografía de la escritora Silvina Ocampo (1903-1993), como un libro de misterio. Ocampo, que fue esposa de Bioy Casares y participó del núcleo de la revista Sur, es una especie de estrella distante de la literatura argentina: autora de libros inquietantes y delicados, por un lado es leída a la sombra de su marido y de su hermana Victoria (también escritora), pero, por otro, aparece como el objeto del deseo al que se encomendó la poeta Alejandra Pizarnik en sus días finales. Hay más en el libro, anécdotas puntuales de una vida que cruza el siglo: traiciones, amantes, amigos, viajes, peleas filiales y literarias, política y sexo. Por supuesto, la suma de aquello es mitología escurridiza, contada en voz baja, una colección de secretos que cargan con más secretos (entre ellos la corrupción que ella y Bioy hicieron de una sobrina, su relación con Pizarnik); que Enríquez desata lentamente, trazando un mapa de la literatura de Ocampo pero también de su vida marital con Bioy y, con ello, de sus tensiones con la historia argentina. Gracias a eso, La hermana menor es un libro que está escrito con una especie de transparencia, donde al final es posible ver los contornos de una leyenda opaca. Ese mito descansa en un núcleo familiar averiado (la distancia con sus hermanas, las infidelidades de Bioy), pero también en el hecho de que constituye como una lectura inquieta a la hora de leer el universo particular de su literatura, lleno de monstruos y niños crueles. Un espacio casi fuera del presente pero íntimamente conectado a él, como bien revela el meticuloso trabajo de Enríquez a la hora de unir lecturas, entrevistas, buscando pistas para tratar de resolver la originalidad de Ocampo, pero también su persistencia a ser reducida, a volverse una sombra de su tiempo. Es en esa tensión entre lo secreto y lo irresoluto, entre las pistas y las verdades susurradas, que La hermana menor resulta un libro terrible pero enternecedor, sobre todo en su segunda mitad, donde Enríquez va detallando de modo progresivo la madurez y vejez de Ocampo y Bioy, como si se hundieran en sí mismos y sus neurosis. Aquello no está desprovisto de empatía y candor, pero tampoco de ferocidad: es imposible no quedarse con la imagen del edificio de varios pisos, que pertenece a la familia Ocampo, cada vez más deteriorado y destruido, cada vez más habitado por espectros, como si la crónica de la vida de Ocampo fuese también la crónica de esos espacios, del lento desplazamiento de un siglo y su literatura hacia su decadencia y ocaso.

“La hermana menor”, de Mariana Enríquez. A $12.000

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