Por Diego Zúñiga Marzo 21, 2013

 

Puede ser un escritor o un actor de películas porno. Puede ser un accidente entre dos autos que deriva en una historia inesperada, o el relato de uno de los perros de Picasso; el registro y la imaginación pueden ser amplios. Lo había demostrado en su elogiado libro de cuentos anterior -El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan- y, también, en su última novela -El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia-: el argentino Patricio Pron (1975) ha ido armando, desde hace un par de años, una obra consistente, casi siempre atractiva, en la que resalta, por sobre sus temas y obsesiones, su escritura, como queda demostrado, una vez más, en La vida interior de las plantas de interior (Mondadori, 2013), su último libro de cuentos.

Puede ser la obsesión de un jurado de un concurso literario con uno de los participantes (“Un jodido día perfecto sobre la tierra”), o la historia de amor -desamor, en realidad- entre un hombre que vive en Ámsterdam y una mujer que vive en Madrid, la que se convierte en modelo y, sí, por supuesto, lo abandona (“En tránsito”) o puede ser la vida de una ex actriz porno, que deambula entre moteles y trabajos, en Alemania, añorando la vida con su hija, que vive en California (“El nuevo orden de la última lluvia”): leemos a Pron más allá de las tramas -bien urdidas, casi siempre-, y más allá de cierta levedad que recorre a varios de los relatos; avanzamos, en realidad, por estos 13 cuentos porque son historias bien contadas -empiezas a leer y sigues y sigues y sigues- y porque la escritura de Pron -que recuerda en muchos momentos al Bolaño cuentista- resulta accesible, envolvente, cercana.

“La vida interior de las plantas de interior”, de Patricio Pron. A $8.000.

 

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