Por Daniel Greve, crítico de gastronomía y vinos Febrero 4, 2015

La mejor forma de resumir la sabrosa y especiada cocina del Zanzíbar fue abrir un álter ego: un nuevo local, más pequeño, más al paso, pero que igualmente invita a la pausa. En él, no se puede renunciar a sus sándwiches, hechos con pan belga multicereales ($5.500), cuyas mitades abrazan ingredientes nobles, como salmón, jamón curado, hummus, pesto, mozzarella, verduras asadas o baba ganoush. Para el final dulce, imperdibles los macarons de Etienne Marcel y los helados Moritz.

Zanzíbar Café. Alonso de Córdova 2382, Vitacura.

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