Por Daniel Greve, crítico de gastronomía y vinos Enero 8, 2015

A veces se tiene la sensación de que todos los aceites de oliva son iguales. Unos más amargos, picantes o herbáceos que otros, pero sin diferencias notables. Mentira. Los aceites Alonso son un ejemplo de cómo esa expresión frutal muestra sus matices  en sus monovarietales. De arbequina, con notas almendradas y de tomates maduros, boca densa, de sutil picor final; coratina, de nariz más especiada y una boca decididamente amarga, llena de antioxidantes, con un importante y largo picor; koroneiki, de una nariz llena de hojas verdes, pasto y tomates verdes, con una boca poderosa y vegetal; y frantoio, de una nariz elegante y una boca balanceada como pocas, con todos los componentes de un buen aceite. Cierra el capítulo un blend, una mezcla obsesiva en un formato singular: Alonso Obsession, delicado, sutil, con picor y amargor por partes iguales.

A la venta en Jumbo, desde $4.250.

Relacionados