Por Daniel Greve, crítico de gastronomía y vinos Julio 15, 2014

El vino chileno ya tiene varias experiencias con joint ventures, alianzas estratégicas pactadas, en su gran mayoría, con bodegas francesas o italianas. Hoy, por primera vez, aparece el resultado de un compromiso entre una bodega chilena y una sudafricana: Longaví. Un vino fresco pero austero -a pesar de que proviene del costero valle de Leyda-, con boca grande pero acidez moderada. La mezcla, que hasta suena contradictoria, nos habla de un vino que funciona mejor como compañero de comida que en solitario, como aperitivo. Debido a su boca grasa, su perfil ligeramente herbáceo y final amargo, acompaña muy bien unos contundentes erizos sobre tostadas.

Vino Longaví. A la venta en tiendas especializadas.

Relacionados