Por Diego Zúñiga Diciembre 5, 2013

Puede ser la imagen de una piscina completamente vacía o un retrato de Thom Yorke. Cómo desaparecer completamente, de Natalia Babarovic (1966), reúne sus trabajos más importantes de los últimos tres años; pinturas en las que sorprende, por sobre todo, el trazo con que Babarovic construye esas imágenes, la forma en que distorsiona la realidad, pero de manera muy sutil, planteando una duda realmente importante: ¿qué es el realismo? Porque uno ve las pinturas de Babarovic -algunas hechas a partir de registros de performances de los años 60 y 70, como también de pantallazos a videos de internet- y lo que uno se pregunta es cómo se representa esa realidad. Y la respuesta que parece darnos es: desde la arbitrariedad, desde la subjetividad que se puede traducir en ese trazo -y en los colores y en la elección de las escenas-. Desde la oscuridad que se esconde en un rostro, en un paisaje, en la vida cotidiana. La elección de una escena que pareciera contener siempre una historia a punto de explotar. La fractura de una realidad hecha de fragmentos, las escenas de un mundo perturbador e inquietante, pero que está ahí, en la mano -en la mirada, en la cabeza- de quien lo pinta.

“Cómo desaparecer completamente”, de Natalia Babarovic. Hasta el 29 de diciembre en el Mavi.

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