Por Gonzalo Maier Enero 14, 2015

Dicho así, a la rápida, en The rover nadie le hizo caso a Thomas Piketty. En sólo diez años colapsaron las grandes economías y todo dejó de ser como lo conocíamos: la plata apenas vale, quedan sólo un par de policías en las calles y los australianos parecen cualquier cosa menos tipos encantadores. En ese escenario distópico y polvoriento, un par de ladrones desesperados roban el auto equivocado y Eric (Guy Pearce), un hombre que se toma la molestia de no sonreír en toda la película, cruza demasiados kilómetros para recuperarlo. A primera vista el asunto no tiene mucho sentido -ya nada vale la pena y el auto no resolverá sus problemas-, pero eso no le impide a Eric lanzarse como un enajenado a recorrer las carreteras australianas. A poco andar se encuentra con Rey (Robert Pattinson), un muchacho que fue abandonado por la pandilla que le robó el auto, y continúan juntos por esos caminos que no conducen a ninguna parte. El detalle no es casual y sólo en los últimos segundos de la cinta, estrenada el año recién pasado en Cannes, se entiende la desesperación y la urgencia de Eric. Pero sólo un poco, por supuesto.

“The rover”, de David Michôd. En Netflix.

 

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