Por Evelyn Erlij Noviembre 12, 2014

El videoclip de “Nuestros sábados” (2011), de Leo Quinteros, comienza así: un joven mira hacia la cámara y cuenta una historia. “Cuando yo era niño iba a una clase de música. Teníamos tambores, guitarras, muchos instrumentos”, dice. No es su voz la que se engarza con la melodía de Quinteros, sino el movimiento de sus manos, la lengua de señas en la que, luego, una decena de personas sordas comenzarán a cantar la letra de la canción.

La inspiración del cineasta José Luis Torres Leiva (1975) para hacer este video fue el clip “Comme elle vient”, del grupo francés Noir Désir, pero la sordera era de antemano un tema que lo intrigaba. Por esos días, de hecho, trabajaba en un documental que acaba de estrenarse en las salas chilenas, y en el que se propuso explorar, desde la discapacidad visual y auditiva, las dos grandes inquietudes de su cine contemplativo: ver y escuchar.

“Me di cuenta que la comunicación entre personas sordas y ciegas era muy difícil, casi imposible. Por eso me planteé la idea de juntar ambos mundos -cuenta Torres Leiva sobre su documental, titulado precisamente Ver y escuchar-. Quise hacer una película donde todo estuviera centrado en los elementos básicos del cine, que son la mirada y el sonido”.

Torres Leiva -director de El cielo, la tierra y la lluvia (2008) y Verano (2011)- enciende la cámara y deja que fluya delante de ella el diálogo que se da entre personas con distinto grado de ceguera y sordera con la ayuda de un intérprete de lengua de señas. Lo esencial son las diferentes maneras de percibir, sentir y entender el mundo; la forma en que los protagonistas habitan el espacio a partir de otros sentidos y de su imaginación, como es el caso de un joven ciego que creía en una realidad unidimensional y sin perspectiva. “El movimiento de la película tiene que ver con el habla, los gestos  y la manera de decir las cosas. Por eso opté por una puesta en escena tan simple, de planos fijos y a dos cámaras, porque lo importante era capturar lo que ocurría entre ellos”, explica el cineasta, quien asume que el dolor, la ceguera y la sordera son experiencias incomunicables mediante el lenguaje cinematográfico. De ahí que todo gire en torno a la palabra de sus protagonistas.

“Estuve cuatro años buscando a los personajes y estrechando lazos -detalla Torres Leiva, quien durante el proceso tomó un curso  de lengua de señas- . Cuando empiezas a conocerlos, te das cuenta que víctimas es lo que menos son”. Porque las víctimas -de nuestra ignorancia y prejuicios- somos nosotros: aquí, son ellos, ciegos y sordos, los que nos enseñan que la vida es mucho más que ver y escuchar.

“Ver y escuchar”, de J. Luis Torres Leiva. En cines.

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