Por Evelyn Erlij Noviembre 5, 2014

Fue el chisme cinéfilo de la semana pasada: Quintín, uno de los críticos más influyentes de Argentina, acusó al cine chileno en La Tercera de falta de arranque y nobleza, y se ganó la ira de varios que, incluso, lo tildaron de “antichileno”. Pero sobre el ardor patriota, está el hecho de que las generalizaciones son odiosas, y Volantín cortao es la prueba: la película de los debutantes Aníbal Jofré y Diego Ayala -recién egresados de la UDD- no sólo es uno de los mejores estrenos nacionales de 2014, también es un buen incentivo para dejar de quejarse y tener fe en el futuro fílmico de Chile.

Como se intuye en el título, ésta es la historia de un vuelo truncado. Paulina (21) y Manuel (16) se conocen y se atraen; ella es practicante de Trabajo Social en una sede del Sename de Santiago y él es un interno que recién comienza su prontuario policial. Su amor está condenado a no despegar por las circunstancias, por la grieta social que los aparta; pero más que un Romeo y Julieta de la marginalidad, Volantín cortao es el relato de un amor loco a medio camino entre la intensidad de La vida de Adèle y la inquietud documental de los filmes de los hermanos Dardenne (El niño, Rosetta).

En la cámara de Jofré y Ayala no hay espacio para prejuicios ni estereotipos: el encuadre se cierra sobre los protagonistas, los aísla de su entorno y esquiva la estética de la miseria para centrarse en ellos, en sus emociones, en las diferencias inscritas en sus cuerpos y en sus hablas. Las notables actuaciones de René Miranda y Loreto Velásquez en los papeles protagónicos son fundamentales para entrar en este retrato límpido del Santiago más hostil y precario.

Aquí no funcionan los dichos de Quintín: Volatín cortao es apenas la cinta de egreso de dos estudiantes de cine, y lo que menos le falta es arranque y nobleza.

“Volantín cortao”, de Aníbal Jofré y Diego Ayala. En cines.

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