Por Evelyn Erlij Octubre 1, 2014

“En el Festival de Valdivia las películas frágiles encuentran su lugar”, dice Raúl Camargo, el nuevo director del certamen sureño, principal ventana chilena al cine más autoral y menos comercial. Pero no hay que confundir fragilidad con precariedad: este año, Valdivia se dará el lujo de estrenar tres cintas premiadas en el último Festival de Cannes. Una de ellas es Turist, del sueco Ruben Östlund, que comienza de manera idílica: un hombre lleva a su mujer y a sus hijos a esquiar. Pero basta una avalancha para que la efigie del padre ideal se destruya: cuando la nieve amenaza a sus críos, el jefe de familia corre desaforado y desaparece. Lo que sigue es una tragicomedia negra que desarticula la construcción social del padre viril y valiente; un juego hábil de silencios y mentiras entre seres que supuestamente se aman. 

La figura paterna reaparece en Jauja, del argentino Lisandro Alonso, filme ambientado en 1882, en la Patagonia, donde llegan desde Dinamarca el capitán Dinesen (Viggo Mortensen) y su hija Ingeborg, para explorar estas tierras inhóspitas donde vive un grupo de soldados desalmados. La cinta (escrita por Alonso y Fabián Casas) es una joya bajo todo punto de vista, y su fotografía es una de las más bellas que se han visto en el cine reciente.

En Adieu au langage, Jean-Luc Godard hace lo contrario: deconstruye la estética y la narrativa cinematográficas para articular un discurso fragmentado sobre el fracaso del lenguaje. El filme es un collage en 3D hecho a partir de retazos visuales y auditivos, una arenga desencantada del cineasta contra el engaño de un lenguaje -del cine, del amor- que ofrece realidad y entrega artificio, que promete y desilusiona.

“Como encuentro de cine, esto es una fiesta”, explica Camargo. Porque para los cinéfilos que se deprimen con la cartelera de los multiplex, Valdivia es un jolgorio.

Festival Internacional de Cine de Valdivia. Del 7 al 12 de octubre. www.ficv.cl

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