Por Evelyn Erlij Agosto 20, 2014

No hay pasado que no sea un “presente del pasado”, escribió Pierre Nora, no hay memoria que no sea la creación del ayer en el hoy. Asghar Farhadi, el cineasta iraní que ganó el Oscar con Una separación, toma esa idea en El pasado, un filme en el que destruye la noción de un tiempo que avanza arrasando y olvidando todo lo que deja atrás. La trama comienza cuando Marie (Bérénice Bejo) hace venir a su ex esposo Ahmad (Ali Mosaffa) desde Irán a Francia para firmar los papeles del divorcio y poder casarse con Samir (Tahar Rahim), su nueva pareja. La historia parece simple, pero son los secretos y las cosas no dichas las que retuercen el relato a niveles insospechados: lo que comienza como el presente de una familia asfixiada por el pasado termina casi como un thriller o una cinta de misterio de enorme fuerza dramática, en parte, por sus logradas actuaciones (Bejo ganó Cannes por este papel).

Farhadi sitúa al espectador en medio de la vida cotidiana de Marie sin mayores contextualizaciones, casi como si fuera cinéma vérité: es uno el que va atando los cabos para entender el drama de esta mujer doblegada por la inmadurez; es uno el que arma el puzzle de su pasado errático que, de paso, emponzoña también a su hija mayor, Lucie, una adolescente cargada de rabia por la torpeza sentimental de su madre. El talento de Farhadi no es sólo su forma magistral de dosificar la información para mantenernos con los ojos bien abiertos durante dos horas y media. También es el retrato psicológico que hace de las relaciones humanas y de la comunicación oscura y corrompida -llena de silencios y mentiras- que entablamos hasta con los seres más amados. El pasado es una versión brillante de lo que Paul Thomas Anderson planteó en Magnolia: “Puede que hayamos terminado con el pasado, pero el pasado no ha terminado con nosotros”.

“El pasado”, de Asghar Farhadi. En cines.

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