Por Yenny Cáceres Marzo 7, 2012

Después de 20 años, Pablo Perelman vuelve a cartelera. Curiosamente, la misma semana en que la Cineteca Nacional exhibió su primer largometraje, A la sombra del sol (1974), codirigido junto a Silvio Caiozzi, un valioso trabajo, casi un western, que se filmó en circunstancias insólitas, en los meses posteriores al golpe militar. Perelman se hizo conocido en los 80 por Imagen latente, film que retrató la dictadura cuando nadie se atrevía a hacerlo y ahora regresa con La lección de pintura, inspirada en una nouvelle de Adolfo Couve sobre un talentoso niño pintor.

Esta película es una coproducción de Chile, México y España (entre los productores están Wood Producciones y Tequila Gang, de Guillermo del Toro), y eso explica que el elenco sea una extraña mezcla de acentos de esos países, pese a que está ambientada en una pequeña localidad chilena, Llay Llay. Si bien Perelman mantuvo esa placidez rural, propia de Couve, traspasa la atemporalidad de la novela y sitúa la historia en el contexto de la UP, la reforma agraria y el inminente golpe de Estado.

Lo que en la novela de Couve es una reflexión sobre la vocación del artista, en manos de Perelman se convierte en una metáfora sobre la pérdida de la inocencia post golpe del 73. Siempre las lecturas de una obra de arte son válidas, y no es criticable que Perelman se haya propuesto "traicionar" a Couve. Sólo que al tomar esta opción, la película adopta un tono ingenuo y extemporáneo, deudor del cine político y del exilio de los años 70. Esto resulta aun más errático cuando, hace poco, la ficción (Los archivos del Cardenal) y el documental (El mocito) han mostrado la cara bestial de la dictadura de frente, sin metáforas. No hay duda: para hablar de la reforma agraria y de una sociedad fracturada, La expropiación (1972) de Raúl Ruiz sigue siendo un retrato mucho más válido, incluso del Chile actual.

"La lección de pintura", de Pablo Perelman.

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