Por Antonio Díaz Oliva Diciembre 3, 2014

A medio camino entre serie y película, la miniserie es uno de los géneros narrativos televisivos que pocos canales explotan. La excepción, claro, es HBO. Ahí está el caso de Mildred Pierce (adaptada de un libro de James M. Cain y con Kate Winslet como principal) y Parade’s End (esta vez sacada de esa novela-mamotreto de Ford Madox Ford). Este año el turno ha sido de Olive Kitteridge, serie en cuatro capítulos sobre el matrimonio de los Kitteridge.

Y al grano: Frances McDormand. Si algo tiene esta serie -adaptación del libro de Elizabeth Strout-, es que McDormand se luce. Pocas veces se ha visto en la TV un personaje tan duro, parco y gruñón como Olive. Y pese a eso, o tal vez por eso, uno la sigue aguantando y hasta queriendo un poco. Aunque no todos, por supuesto. Porque mientras el frágil señor Kitteridge trabaja en la farmacia del pueblo, la señora Kitteridge enseña en el colegio (y es de temer), y el hijo de ambos crece con algunos problemas de autoestima. Así, por ahí también se cruzan los personajes de Zoe Kazan (la torpe ayudante en la farmacia) y Bill Murray (aunque cuesta creerle que en verdad sufre y no es simplemente otra de sus caretas chistosas).

Olive Kitteridge trata sobre el lento ocaso de un matrimonio, el fantasma de la depresión hereditaria y la vejez como etapa final de la vida. Y McDormand -que ya nos tiene acostumbrados a excelentes actuaciones- sabe encarnar esos tres dilemas con apenas un par de gestos y emociones.

“Olive Kitteridge”. Los jueves de diciembre en HBO.

 

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