Por Rodrigo Fresán Abril 16, 2014

Ah, oh, uh: ya terminó True Detective (que estuvo muy bien pero, niños, no fue ni es ¡¡¡LO MÁS GRANDE QUE JAMÁS SE HIZO Y LO QUE ESCRIBIRÍA SHAKESPEARE DE ESTAR VIVO Y…!!!), y los adictos con síndrome de abstinencia serial ya están buscando nueva novia. Y aquí llega Believe, producto del tándem J. J. Abrams y Alfonso Cuarón. Dos hábiles artesanos adorados por sus productos para mí menos adorables: Lost, que fue una estafa en toda regla, y Gravedad, que no le llega ni a los talones a Niños del hombre o La princesita. Pero no importa, aquí estamos de nuevo y la cosa se llama Believe y empieza con una humildad que, esperemos, pronto no se convierta en la soberbia incoherente de otro producto de la Abrams Factory. Así, en principio, en los pocos episodios emitidos Believe parece una cruza de una de las novelas más flojas de Stephen King (Ojos de fuego) y cuentos de hadas inmemoriales. A saber: chica con poderes protegida por los hechiceros benefactores de un agencia de inteligencia huyendo junto a su padre, de look vintage-grunge, de un millonario malo malísimo. Así, también, road-series y personajes a los que se va ayudando por el camino con un perfume que bordea peligrosamente el hedor new age y esperemos que las cosas cambien un poco. Porque, si no, ya saben lo que sucede: Kiefer Sutherland intentó inicialmente la movida casi new age en esa apología de la casualidad paulausteriana que empezó siendo la espiritual Touch, pero en la segunda temporada tuvieron que meter en la trama corporaciones maléficas, y ahora, antes de que puedas contar hasta veinticuatro, nuestro héroe ya está vaciando revólveres y torturando a diestra y siniestra con cara de Jack Bauer.  

“Believe”. Lunes a las 23:00 por Warner Channel.

Relacionados