Por Diego Zúñiga Marzo 29, 2018

Un gabinete de curiosidades, un gabinete de imágenes oníricas —que construyen un relato soterrado y tenebroso—, un gabinete de pesadillas. Los collages de la escritora y artista visual Claudia Donoso (1955) nos remiten a un mundo perturbador, a los retazos de una historia oscura y desquiciada. Nos remiten, de hecho, en más de un sentido, a su novela Insectario amoroso (2004), ese relato que la emparentaba con ciertos libros de autores como Couve, Wacquez y el José Donoso de El obsceno pájaro de la noche.

Avanzamos por Mesopotamia, su última muestra —que se exhibirá hasta el jueves 26 de abril en Galería D21—, encontrándonos con fragmentos de un mundo quebrado, en el que los rostros casi siempre están cubiertos, en los que vemos, a veces, sólo unos labios o unos ojos que nos miran con intensidad. Cuerpos de personas, cuerpos de animales, personajes cuyas identidades nunca se muestran por completo, antifaces que los cubren, que los esconden quizá de qué cosas. Los collages —casi siempre expuestos sobre un fondo negro— nos recuerdan a las famosas cajas de Joseph Cornell y también a Alicia en el país de las maravillas, pero todo con un aire pesadillesco. Entremedio de las imágenes, algunos textos breves, intensos, poéticos. Pequeñas señales de ruta que nos parecieran indicar un camino posible para salir de este laberinto. Pero no sé si el espectador va a querer salir, necesariamente, de ahí: hay algo fascinante en el mundo de Donoso, en su vínculo con Goya, en cierta crueldad y fragilidad que hay en ese ejercicio de recortar revistas o enciclopedias y crear, con esos pedazos, algo nuevo, inquietante.

En uno de los últimos fragmentos de la muestra escribe una enumeración que podría funcionar también como una poética que nos ayudará a entender su mundo, sus obsesiones: “La tijera es instrumento de apropiación ilícita./ Es preferible el fragmento al orden que deforma./ Hay que podar, hay que sacrificar; de lo contrario la obesidad amagará el texto./ Hay que estar incluso preparado para que le corten a uno un dedo./ Toda solución es de parche”.

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