Por Yenny Cáceres Diciembre 29, 2017

Black Mirror, en Netflix.

No hay otra serie capaz de leer los tiempos que corren con tanta agudeza y capacidad anticipatoria como Black Mirror. Creada y escrita por el inglés Charlie Brooker, partió como un tributo a series como La dimensión desconocida, pero pronto se convirtió en un oráculo y en un adjetivo para describir desde la adicción a las redes sociales hasta la llegada de Donald Trump al poder. Dicho de otro modo: desde que se comenzó a emitir, en 2011, el mundo se ha vuelto muy Black Mirror.

En su cuarta temporada, la tecnología nuevamente es la excusa para adentrarse en nuestros temores más profundos, en una sociedad cada vez más individualista. Si antes fueron los videojuegos, los androides o los realities, esta vez es el turno de una aplicación tipo Tinder o un dispositivo que nos condena a recordar. Pero lo que importa es que Brooker sigue a la cabeza del proyecto y eso se nota en una temporada que resulta tan adictiva como las anteriores.

Tal como ocurría en el tercer ciclo, hay una voluntad deliberada por ampliar el registro narrativo. Así, estos seis nuevos capítulos transitan por diversos géneros, desde el policial nórdico hasta la ciencia ficción. Es el caso de “Crocodile”, filmado en Islandia y que parece un thriller a lo Trapped, donde una exitosa ejecutiva carga con un oscuro pasado. En el que seguro se convertirá en uno de los episodios más comentados, “USS Callister”, todo parte como un homenaje/parodia a Star Trek, con Jesse Plemons (Fargo) interpretando a una suerte de capitán Kirk.

Más cercano a los comienzos de la serie, “Black Museum” incluye una inesperada visita a un museo del horror, y está estructurado en torno a tres historias muy freaks, en la mejor tradición de Rod Serling y La dimensión desconocida.

Siguiendo con esas ganas de innovar, Black Mirror suma un capítulo filmado en blanco y negro, “Metalhead”, que se sitúa en una sociedad posapocalíptica. De vuelta a un mundo aparentemente más convencional, “Arkangel”, dirigido por Jodie Foster, sigue la relación entre una madre sobreprotectora —interpretada por Rosemarie DeWitt (Mad Men)— y su hija, a lo largo de varios años.

El amor en estos tiempos puede ser una experiencia desoladora o derechamente distinta. Así pasaba en “San Junipero” y “Be Right Back”, dos de los capítulos más recordados de las temporadas pasadas. Esta vez también hay una historia romántica, “Hang the DJ”, sobre una aplicación que va un paso más allá de Tinder: las relaciones de pareja tienen una duración predeterminada. Ya sea 12 horas, 9 meses o un año. Ya lo sabíamos. El futuro de Black Mirror es aterradoramente cercano.

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