Por Alberto Fuguet Octubre 20, 2017

Nosotros en la noche, en Netflix

Partamos así: Esta no es sólo una reseña de una película sino de dos objetos muy ligados: la novela y la cinta basada en ese libro delgado y conciso y precioso y espartano llamado Nosotros en la noche (Literatura Random House). La novela,  escrita casi a base de diálogos y de una tercera persona ligera no intrusiva que es excepcionalmente fresca, es conmovedora. Para ser acerca de la ancianidad tiene algo extremadamente joven en su aproximación al tema y en cómo está escrita. No voy a compararlos porque —ya sabemos— es un cliché. Lo raro es que conversan muy bien los dos artefactos. El libro póstumo de Kent Haruf fue, por cierto, anterior, pero yo hice esto: leí tres capítulos, vi veinte minutos de la película recién estrenada en Netflix y así hasta terminar los dos.

Fue una experiencia intensa.

La adaptación funciona, se parecen, se respetan. El filme es algo más cauto con los cuerpos, pero la miradas y la soltura que Jane Fonda y Robert Redford tienen entre ellos valen el precio de la suscripción a Netflix. Nosotros en la noche la dirigió el cineasta hindú Ritesh Batra, que se ha especializado en relaciones humanas y pequeños momentos, y de esto va esta cinta acerca de la tercera (o cuarta) edad, que no cae en el romanticismo paternalista de tratar a la gente mayor como “abuelitos”. Acá están las arrugas, claro, y las canas y los errores del pasado, las heridas internas, los quiebres, la falta de coraje que aún se paga, lo que no resultó. Estos dos viejos no son víctimas, pero han tropezado y están solos. Nosotros en la noche no es tanto acerca de la vejez, sino que su tema es la soledad, ese tema tan americano y universal que el cine comercial evita como a una plaga. Dos vecinos, viudos qué rato, viven a pasos, pero no se conocen. Hasta que el personaje de Jane Fonda cruza la calle, toca el timbre y le propone a Redford pasar cada tanto la noche juntos. No para tener sexo. La propuesta es otra: tengamos intimidad, acompañémonos. Conversar de noche. Amigos sin ventaja. Aunque claro, tal como les sucede a los jóvenes, algo como el afecto y el cariño y las ganas de estar juntos va contaminando el trato, además de tener que lidiar con el cotilleo que surge en el pueblito que viven.

Esta es una novela y una cinta sobre hablar. Contarse cosas íntimas del pasado, dolorosas, pero también hacerse cargo del día a día, de lo cotidiano. Nosotros en la noche no es una gran cinta (le falta algo de espesor, algo de visualidad, algo de riesgo), pero es una película soberbia no por su puesta en escena, sino por su tema, su guión, sus actores y su mirada, su compasión y, por sobre todo, porque los jóvenes acá son los que dan piedad y están perdidos y no saben lo que quieren y fracasan, porque el tema de la edad no es tema, simplemente. Y quizá sea cierto: nada es tan sexy como conversar, nada es tan generoso como escuchar.

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