Por Natalia Correa Junio 30, 2017

Orange is the new black. Disponible en Netflix.

La quinta temporada de Orange is the new black (OITNB) tiene un tono evidentemente político. No es que antes no lo tuviera —una serie sobre la vida de un puñado de mujeres encerradas en la cárcel, difícilmente puede no tenerlo—, pero esta vez es mucho más explícito. Todo parte con una muerte injusta: en el último capítulo de la temporada anterior vimos a una de las reclusas ser asesinada sin motivo alguno por un guardia joven y sin experiencia, desatando el caos en la prisión de Litchfield. Hace rato que las mujeres encarceladas no sólo estaban privadas de libertad, sino que también de sus derechos básicos. Ahora, en un intento desesperado por retomar una pizca de control sobre sus vidas —y por vengar la muerte de una de las suyas—, se rebelan y arman un motín. Y, por un tiempo, les resulta.

Hay momentos débiles y escenas que a ratos aburren, pero en esta temporada se encuentran algunas de las actuaciones más potentes que hemos visto en la serie. Sólo la performance de Danielle Brooks, quien interpreta a Taystee, una de las reclusas, hace que valga la pena seguir viendo OITNB. Ella toma el liderazgo de la rebelión y lo hace con rabia.

La crítica contra el sistema carcelario nunca había sido tan directa como ahora, pero va más allá de eso. Es una súplica por justicia, igualdad, por querer vivir y morir con dignidad sin importar la raza, la religión o la clase. A esto apuntan las demandas de las presas, que deberán enfrentar su propia desorganización, la eterna burocracia y a autoridades indiferentes para poder sacar algún beneficio de esta revuelta.

En el otro extremo, el de lo cómico y absurdo, está la que era la protagonista en un principio, Piper Chapman, pero que ahora se ha vuelto tan irrelevante como innecesaria. Su participación no le hace ningún favor a la serie, siendo la más detestable y superficial de la prisión: su razón de ser es pelearse y reconciliarse con Vause, su pareja y otra de las reclusas. En un comienzo, era a través de esta mujer —que la tomaban presa justo antes de casarse— que la audiencia conectaba con un mundo para muchos desconocido e incluso poco atractivo. Pero desde hace un par de temporadas atrás que Piper viene sobrando, cuando otros personajes, con historias más potentes, tomaron roles centrales.

La esencia de OITNB siempre ha sido tan dramática como graciosa, pero falta ese humor negro e inteligente de sus inicios, que a veces era cruel, pero nunca burdo. Sobre todo ahora, que se acaban de confirmar dos temporadas más.

En este momento de la trama, donde la serie se ha vuelto más política y contingente, no hay espacio para personajes vacíos. Tal como en la vida: faltan las Taystees y sobran las Pipers.[

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