Por Paula Namur Y. // Fotos: Víctor Ruiz Junio 23, 2017

En una fría noche de otoño, en medio de una densa neblina, y justo antes de un temporal que azotará la ciudad todo el fin de semana, se inicia el recorrido por el antiguo hospital de Santiago, ahora monumento histórico.

Es intencionadamente tétrico, más si se comienza por algo de su historia. El antiguo hospital San José, en Independencia, comenzó a ser construido en la segunda mitad del siglo XIX como Lazareto del Norte. Su objetivo desde un comienzo fue utilizarlo como refugio de apoyo para enfermedades como el cólera y la tuberculosis que asolaban a la población. De hecho, pese a que todavía no se terminaba su construcción, en 1872 debió ser ocupado de emergencia al no haber espacio disponible en otros centros de salud relativamente aislados.

Los pabellones del hospital albergaron desde 1872 a contagiados de enfermedades como cólera o tuberculosis.

La ubicación en el terreno contiguo al Cementerio General no fue al azar. No quisieron instalar este verdadero foco de enfermedades infecciosas en barrios céntricos y contagiar a personas sanas. Por esto se ubicó en terrenos del cementerio, e incluso con una puerta directa desde uno de sus patios. Se dice que en un momento llegaron a pasar carros con hasta 15 cadáveres al día por aquella puerta.

En el siglo XIV, en Europa, el antecedente a estos hospitales de confinamiento, fue la peste bubónica, que alcanzó su peak entre 1346 y 1361, matando a un tercio de la población continental (más de 60 millones de personas).

La historia la va relatando César Parra, escritor aficionado a los fenómenos paranormales y autor de Guía mágica de Santiago; Fantasmas y casas embrujadas de Chile; y Diccionario de la muerte, quien, a través de Patrimonio Vivo, es pionero del turismo de este tipo en Santiago. Cada jueves a las 20:00 horas recibe a cerca de 80 personas para el recorrido que realiza desde 2008 y que bautizó como “Ruta de la peste”. Parra cuenta que hasta 1894, hubo 40 mil muertos por cólera en el país (cerca de un 8% de la población de la época) y que, de 10 enfermos, siete morían. Además, dice que los carretones que atravesaban el portal hacia el Cementerio General partían de noche, tirados por chinos, cuyos genes —se decía— les hacían difícil contagiarse de enfermedades como la tuberculosis o la viruela.

En medio del silencio y de la oscuridad que sólo se interrumpe con breves luces de linterna, Parra también habla de los pioneros de la medicina e infectología de la época, y de la capacidad de improvisar ante el azote de las epidemias globales a Chile. Además, Parra asegura que en la peor etapa de la tuberculosis, el San José antiguo llegó a tener hasta 400 camas, y que los historiadores de ese tiempo no le dedicaron el espacio merecido en sus libros, considerando la importancia política que tuvieron las enfermedades para los gobiernos.

Dentro del hospital, las historias paranormales son casi inagotables. En el pasillo que conduce hacia la ex maternidad, dicen haber visto la figura de un médico con un delantal de carnicero bañado en sangre. Sería el “doctor Cerutti”. Ese mismo pasillo sorprende por el ruido de unos remolinos metálicos instalados en el techo.

También se habla de la enfermera de rojo que en el siglo XIX hacía labores de contención con las familias de los desahuciados. Hoy algunos dicen haberla visto por los pasillos. Está además el rincón de las “monjas fumadoras”. La morgue es otro de los lugares donde se habla sobre estos fenómenos, así como el pabellón Riffo.

Todas estas leyendas hacen que el hospital se transforme en una locación ideal para algunos programas de televisión. Hace unos años aquí se grabó el reality show de TVN El juego del miedo.

La capilla del hospital también está rodeada de leyendas y por su arquitectura y misticismo, ha sido escenario de series como La Poseída, El Conde Vrolok y La Quintrala.

Cuando ya son cerca de las diez de la noche, los visitantes del tour se retiraran del recinto para comenzar la segunda parte, ahora en el Cementerio General. Prácticamente sin luz, en el camposanto se recorre el trayecto que seguían los carretones con muertos hacia los patios y fosas comunes que aún se conservan. El guía muestra también algunas tumbas de próceres de la época.

Una mezcla interesante de la historia oculta de Chile con supuestos fenómenos paranormales en tres horas de paseo. Varios, no lograrán conciliar el sueño.

Relacionados