Por Carlos Reyes Mayo 5, 2017

Av. Pdte. Ibáñez 708, Puerto Montt.

Por $ 1.000, la porción de almejas al matico fue el preciso tentempié para recorrer sus pasillos. Su gusto ganó en confianza al venir desde vitrinas refrigeradas, donde también se conservaban otros tantos cebiches y potecitos de erizos. Seguridad alimentaria para todos gracias a un plan creado hace un año para conseguir —de una buena vez— la resolución sanitaria de venta directa de comida preparada. Ese es uno de los ejemplos del orden, limpieza y solidaridad de este centro minorista, desarrollado gracias al trabajo de sus locatarios y el municipio que lo administra. La ayuda al pequeño productor informal se expresa cada sábado por la mañana, cuando decenas de ellos, provenientes de las islas y campos cercanos, venden sus productos en un espacio donde pareciera que todos caben. Hay murtas, betarragas gigantes, algas prensadas o tropones, bolitas de chuño que al calor se gelatinizan; insumos que destacan, aparte de su habitual y abundante lista de pescados, carnes, verduras y condimentos con sabor local.

El mercado está hecho a la medida de su comunidad, y es diverso como su área de cocinerías y restaurantes que también difieren —en prestancia y limpieza— de otros sectores con mayor fama turística en la capital de la Región de Los Lagos. En sus dos niveles aparecen, por ejemplo, empanadas de masa firme, fritura impecable y suave relleno de mariscos (Cocinería Chelita, loc. 154), cafés al paso con menús exclusivamente chilotes, o restaurantes algo más elaborados, como Puerto Fritos (loc. 159). Allí se las arreglan para tener un mobiliario cómodo, con mantelería de género propia de un comedor, digamos, más formal. Dan ganas de entrar, aparte porque desde sus ventanales luce una hermosa vista de la ciudad desde las alturas. Ese condimento sazona una propuesta de comida sencilla, con detalles como salsas varias y pan tibio, que luego dan paso a caldos ligeros, como el de Congrio dorado ($ 5.900), o a generosas porciones de pescado (desde $ 5.000 a $ 8.600) a las que se le perdonan algunas sobrecocciones (en sus salteados de verduras) que no alteran el panorama culinario, ni las ganas de volver y volver a un mercado que es una pequeña joya popular del sur.

 

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