Por Marisol García Marzo 3, 2017

“Spirit”, de Depeche Mode.

El mundo cambia y se radicaliza también para una banda otrora tan bien acogida como Depeche Mode. Muchos de los comentarios publicados hasta ahora para su disco Spirit, el primero suyo en tres años, han sido llamativamente hostiles. Al respecto dos conclusiones: o el trabajo (con 32 fechas de muestra en vivo ya confirmadas en Europa) es efectivamente decepcionante o los tiempos han avanzado hasta hacer extemporáneo el favor crítico con que la banda (merecidamente) contó durante tres décadas.

Parece más probable lo segundo, pues el propio grupo reconoce el giro drástico de muchas cosas alrededor suyo. “A medida que envejezco las cosas en el mundo me afectan más, por mucho que sepa que somos unos privilegiados”, explicaba hace poco el cantante Dave Gahan. “Martin (Gore) y yo vivimos en Estados Unidos. Pienso en mis hijos y la sociedad en la que crecerán. Con la elección de Trump, mi hija lloró”.

¿Qué hace una sociedad de cantautoría de gran amplificación ante inquietudes como esas? Pues un disco más enfocado en la contingencia; no político, según ellos, “pero sí humanista”. El single “Where’s the revolution?” es elocuente: “¿Quién toma tus decisiones? / ¿Tú o tu religión?”. Punto a favor para su distancia ante la irracionalidad de los dogmas. Hay otros temas nuevos titulados “El peor delito” y “Retroceso”. No es que Depeche Mode despierte ahora a la observación social, si atendemos a que ya “Everything counts” y “People are people” eran, entre otros temas suyos, críticas al sistema laboral capitalista (ingenuas, es cierto, pero nada mal para canciones de baile).

“Los Depeche Mode del siglo XXI parecen haber decidido ignorar todas las cosas que, en términos de producción, podrían haberles influido. Ni el RnB estadounidense ni los jovencitos británicos como James Blake o Jamie XX”, advierte, indignado, un crítico del diario El País. Precisamente ese es uno de los méritos de la banda. Firme en un estilo propio —nada ochentero, a estas alturas—, su música suena más a propuesta que a apuesta.

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