Por Patricio Jara Marzo 31, 2017

Desde el título, Jorge Volpi anuncia que se trata de su libro más íntimo y, en muchos aspectos, del más frontal. Examen de mi padre (Alfaguara) está, en efecto, gatillado por la muerte de su progenitor y se articula como una decena de ensayos en los cuales la memoria familiar se funde con la historia de un país y el desarrollo universal de una profesión. El padre de Volpi fue médico cirujano y falleció a mediados de 2014. Durante su vida no sólo ejerció su oficio de sol a sombra con disciplina, también vivió, como toda su generación, las turbulencias sociales y políticas que han marcado a México en las últimas décadas. El padre de Volpi, un hombre conservador y descendiente de italianos, trabajaba abriendo cuerpos, arreglando tripas. Material suficiente para que su hijo haya construido una crónica fascinante de nuestra relación con el cuerpo, y de ese vínculo, a su vez, como una manera de participar del mundo mediante la política, la religión y la sexualidad.

“Se requiere de un extraño valor para rasgar la piel, contener el sangrado, manipular los tejidos, palpar el hígado, la tiroides o el páncreas, devolver los órganos a su sitio, suturar la epidermis y volver, al cabo de unas horas, a una vida en familia”, escribe el autor en las primeras páginas de lo que será un brillante cruce entre rutas esenciales: el camino de un padre y el de un hijo que crece y se transforma en escritor en un país que cada vez que ha tenido la chance de avanzar un paso, retrocede dos. “También es una anatomía de mí mismo y, sobre todo, un examen de mi patria, este México doliente de las postrimerías del siglo XX e inicios del XXI. Una autopsia de esta nación de fantasmas y cadáveres”.

Dividido en diez lecciones dedicadas al cerebro, la mano, el corazón, la piel, los genitales o el hígado, Examen de mi padre contiene pasajes demoledores a la hora de abordar, por ejemplo, la vida y obra de delincuentes como Marcial Maciel y los tentáculos que extendió a través de la sociedad azteca en complicidad con el no menos siniestro Karol Wojtyla. Volpi también analiza la turbulencia generada por el subcomandante Marcos en medio de un contexto político donde no abundó precisamente la luz. En su intención de cruzar temas y miradas, el autor de En busca de Klingsor además trae de vuelta el aporte de algunos anatomistas fundamentales, como Andrés Vesalio, quien a mediados de 1500 fue capaz de contradecir a Galeno en el estudio del cuerpo humano y lo mostró de una manera que hasta hoy es insuperable. Y así como los padres de la cirugía solían diseccionar vísceras de delincuentes recién ajusticiados para el progreso de sus estudios, el México de Volpi es, pese a todos sus muertos, pese a todas sus zonas tenebrosas, un país donde sus habitantes siempre se las ingenian para conservar la memoria y, de paso, seguir viviendo.

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