Por Carlos Reyes M. Febrero 17, 2017

  • La Soga. Las Tranqueras 1677, Vitacura.-Tel. 227100306.
  • Cuatro Bocas. Manuel Montt 983,Providencia.-Tel. 997995117.
  • El Barrio. Alonso de Córdova 4263, Vitacura.-Tel. 954683531.
  • Rubaiyat. Nueva Costanera 4031, Vitacura.-Tel. 226179800.
  • Liguria. Providencia 1353, Providencia.-Tel. 222357914.
  • El Hoyo. San Vicente 375, Santiago.-Tel. 226890339.

El auge coctelero santiaguino no da para una revolución —eso implica una masividad que aún no existe—, pero sí para deliciosas incursiones en los bares. Ahí, entre cultores de la nostalgia speakeasy o de la vanguardia freestyle contemporánea, aparece desde hace algunas temporadas un filón que gana adeptos: la jarra. Vale decir, poco más de un litro y medio de ensambles, con vino o destilados como eje central, donde luce la cantidad “pero con respeto” y se afronta con elegancia. Un estilo sencillo, si se quiere, pero no menos interesante.

Hay una lista de borgoñas 2.0, como en
La Soga ($ 6.500), cuya jarra suma vino tinto, frutillas, ralladura de naranja, canela y licor de chirimoya, intuyendo nuestra endémica inclinación a lo dulce. Da para refrescarse y picar, o incluso ir tras algunos de sus platos de fondo. Otra opción, más osada y de aperitivo: vino rosé con jugo de pomelo, sandía y triple sec. ($ 8.500). Donde se han aplicado, porque es un bar sencillo y para comer con las manos, es en Cuatro Bocas. El trabajo de Max McRuder y Dennis Walters derivó en una sangría con sour de berries y un toque de triple sec —el cítrico siempre ayuda— o una más peculiar versión que suma vino blanco, canela, un toque de chancaca y jugo de huesillo ($ 8.900). ¿Cálido? En absoluto. Un deleite.

Las jarras aparecen en lugares de aire informal, como en El Barrio, donde Miguel Larraguibel (a.k.a. Maldito Barman y adelantado en el estilo) dejó su huella: una derivada del terremoto con vino, licor de durazno, helado de piña y granadina ($ 12.500) más las versiones blanca y tinta de sangría ($ 12.500). Pero también se da en lugares menos probables como en Rubaiyat —elegante en forma y fondo, pero distendido—, que ofrece un clery con vino, jugo de frutas y reducción de murtilla, aparte de una versión con pipeño, frutilla, naranja y canela, ambos por $ 13.000.

Todo lo anterior no se entiende sin nombrar tragos clásicos y sus enclaves. Como las jarras de borgoña en frutilla de Liguria ($ 9.000), tan dulces como engañadoras, o bien otro imperdible como es el terremoto. En El Hoyo la fórmula es helado al agua y pipeño, batido como si fuera un milkshake de vino, que goza de una gran fanaticada. Eso sí, hay que esperarlo: reabren el 27 de febrero. Pero es un imperdible para entender la que puede ser una llave para que la coctelería local tenga de verdad su propia revolución.

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