Por Evelyn Erlij Febrero 3, 2017

The Heavy Entertainment Show, de Robbie Williams.

Convengamos algo: parte del pop masivo de hoy funciona indistintamente como música de discotecas, supermercados y tiendas de ropa, lo que hace cada vez más común conocer lo último de Rihanna o el nuevo hit bailable mientras se sacia el hambre de comprar. No es que el pop de antaño no sirva para eso (quién no ha escuchado a All Saints o Lou Bega mientras llena el carro), pero hay algo menos espectacular, más sintético y más frío en el pop mainstream actual que, al parecer, lo convierte en mejor banda sonora para el automatismo consumista. Es una teoría imprudente, pero es lo que Robbie Williams, megaestrella del pop de comienzos de siglo, parece decir en su nuevo disco: “Buenas noches, hijos del abandono cultural/Buscaban a un salvador/pues bien, aquí estoy”, anuncia en “The Heavy Entertainment Show”, una canción tan rimbombante como “Millennium”, su viejo hit cargado de cuerdas y vientos que parecía soundtrack de James Bond.

El pop de hoy ya no suena así, pero a Williams eso no le importa y por eso, quizás, se hace llamar el “salvador” de la vieja escuela. En el divertido y teatral single “Party Like a Russian” (en el que samplea a Prokofiev y se ríe de los oligarcas rusos) prueba que todavía es uno de los entertainers anglo con más humor y que menos en serio se toma. Hay canciones olvidables como la bonjovinesca “Mixed Signals”, hecha junto a The Killers; pero también colaboraciones interesantes con Rufus Wainwright (“Hotel Crazy”) y Ed Sheeran (“Pretty Woman”). “Todavía no hay otra estrella británica tan entretenida e impredecible•”, dicen en la revista NME. A los cansados de los hits dance-pop de hoy, The Heavy Entertainment Show trae de vuelta algo del viejo entretenimiento pesado.

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