Por Alejandra Costamagna Febrero 10, 2017

“Trilogía de la fatalidad: Dramaturgia para una tragedia contemporánea”, de Carla Zúñiga.

Un “hermoso proyecto de oscuro derrumbe”. Así definió Juan Radrigán el trabajo de la dramaturga Carla Zúñiga en el prólogo de Trilogía de la fatalidad: Dramaturgia para una tragedia contemporánea. El libro, publicado por el sello Chilenaedición, reúne las obras “Sentimientos” (2013), “Historias de amputación a la hora del té” (2014) y “En el jardín de rosas: Sangriento vía crucis del fin de los tiempos” (2015). Tres obras de indudable influjo radriganiano, pero marcadas por un universo propio. Un mundo farsesco el de Zúñiga, donde circulan personajes que, en palabras del mismo Radrigán, parecen “surgidos del río de los muertos”. Hombres y mujeres con una identidad siempre en tensión, seres esperpénticos, a medio morir saltando, cargados de un humor tan ácido como desquiciado.

“Sentimientos” es protagonizada por Antofagasta, una adolescente que se ha acostado con nueve compañeros de curso a la vez y que ahora está enamorada de Pato Piñata, una amiguita que el resto ve como marimacho. “Historias de amputación…” también tiene como protagonista a una niña, presentada en el texto como “Laurita y el cáncer” (la enfermedad adosada a su cuerpo, como un personaje doble). La muchacha, huérfana de madre, sabe que va a morir e intenta conocer a su padre travesti antes de que la enfermedad la liquide. En tanto, “En el jardín de rosas...” es la historia de un grupo de ancianos en un asilo que ven perturbada su rutina con la llegada de “la vieja mala como la peste”: la viuda de un ex dictador, una mujer decrépita, que viene a instalar la calamidad. La indicación de Zúñiga es que tanto este último personaje como todos los de “Historias de amputación…” sean interpretados por hombres.

Y así lo ha hecho Javier Casanga, quien ha dirigido los tres montajes en estrecha sintonía con la propuesta de la autora. Obras de estética travesti, marcadas por el grotesco y el humor negro. Pero también obras autónomas, para ser leídas y disfrutadas en su alucinante riqueza expresiva. Carla Zúñiga es, sin duda, una de las más sólidas dramaturgas chilenas de hoy.

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