Por Diego Zúñiga ] Febrero 10, 2017

I see you, de The XX.

Los ves ahí, arriba del escenario, una guitarra, un bajo y un hombre manejando los sintetizadores y las máquinas, sus voces, y no parece que fueran sólo tres personas las que producen ese sonido que viene desde el futuro, el sonido de The XX: esa banda que apareció en 2009 con un disco homónimo deslumbrante, un debut que abría un camino nuevo, con la guitarra metálica de Romy Madley Croft, el bajo de Oliver Sim y las mezclas de Jamie XX que hacían brillar, en medio de la oscuridad, a las voces de Romy y Oliver. Luego vendría Coexist, su segundo disco, donde profundizarían en ese estilo oscuro y minimalista que les dio un nombre, y después un silencio perturbador que, por fin, terminó hace unas semanas, cuando apareció I see you, su nuevo y esperadísimo álbum.

Dicen que para un artista el problema siempre es el segundo trabajo —el segundo disco, libro o película—, pero en realidad las dudas más bien surgen en la tercera obra, cuando las preguntas son más complejas: ya no se trata de repetir o no lo bueno del debut, sino que ahora los cuestionamientos tienen que ver con la construcción de una obra, con comprender qué se quiere hacer realmente, ya más lejos de las intuiciones y del entusiasmo de los primeros trabajos. En el caso de The XX, además, es un problema más complejo aun, no sólo por el éxito que consiguieron con sus primeros álbumes, sino también porque sus integrantes son tres veinteañeros que siguen descubriendo el mundo y que parecen estar lejos de encasillarse en una estética. De ahí que un disco como I see you recoja, en muchos sentidos, todas estas búsquedas: empieza con “Dangerous” y unos bronces que desconciertan, indudablemente —los que parecen anunciar un camino nuevo—, y termina con “Test me”, tan oscura y minimalista como sus trabajos anteriores. Pero en medio de todo eso, hay ocho temas que muestran un sonido distinto por momentos, más luminoso, más pop en algún sentido, aunque la oscuridad y la melancolía no han desaparecido por completo; están ahí, como un ruido de fondo que surge de vez en cuando, en medio de las mezclas de Jamie XX, quien tiene un rol cada vez más protagónico en cómo suena The XX, lo que es un acierto. “Say Something Loving” empieza con un sample proveniente de “Do You Feel It”, de Alessi Brothers, y luego parece como si la canción se hubiera quedado pegada en un sonido, como si fuera un error, para después convertirse en otra cosa, en un sonido dominado por las máquinas de Jamie XX y, entonces, estamos frente a The XX en su máxima expresión, hablando una vez más de amor, de la necesidad de sentir cosas importantes, la búsqueda de los afectos, que es uno de los motivos que recorren el disco, en medio de intervenciones electrónicas que a veces parecen invitarnos a bailar (“On Hold”, “I Dare You”), y otras veces, a llorar (“Performance”, “Brave for You” ), así avanza el disco, construyendo un estilo que sigue depurándose y que parece no tener un lugar definitivo todavía. Y no tiene por qué tenerlo: el minimalismo de The XX parece haber encontrado una serie de matices que lo vuelven más complejo e inesperado, un sonido que sigue siendo urgente, pero que parece no tener límites.

Si la banda ya era uno de los nombres fuertes del próximo Lollapalooza, ahora son el imprescindible del evento. El futuro le pertenece a The XX y a unos pocos más.

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