Por Por Carlos Reyes M. Enero 6, 2017

Naoki

Los detalles abundan en este comedor de Vitacura. Por ejemplo, en el arroz: viene desde  California, Imagen Naokino es ni corto ni largo, pero sí redondeado; absorbe bien el agua y, una vez limpio, es tanto transparente como glutinoso. O sea, ideal para que allí se quede el sabor de su lista de rolls, cuya máxima cualidad es el toque personal que le entrega su itamae, Marcos Baeza. Lo hace pensando en un público chileno, sin mayores traducciones. A la espera de sus rolls con erizo —famosos—, hay opciones de la casa, como el Fukasawa roll,  con pimientos fritos, cebollín, camarón y anguila, que recuerda al maestro del cocinero jefe. También hay vers iones trufadas, con foie gras, aparte de cortes de pescado delgados y limpios, puestos como usuzukuris, el tiradito en versión japonesa.

Vitacura 3875, Vitacura. Consumo promedio: $ 30.000.

Ichiban

Es uno de los pioneros en la cocina asiática del siglo XXI en Santiago. Siempre moderno, Ichiban.JPGcuenta con una familia de sushi amplia: hosomaki, nigiri, sashimi, rolls fusión, los que primero se piensan desde el rigor tradicional japonés, para luego presentarse a la mesa. Atención a la tremenda frescura de sus sashimi, su salmón brillante y de anchas vetas blancas de grasa, el atún bien descongelado —es una gracia—, aparte del sabor refrescante de la palometa nortina. Hay pureza, tanto del producto como en los cortes. Aparte de los rolls de la casa chascones, como el katsuobushi (pescado disecado) —camarón frito, anguilas, verduras y salsa teriyaki—, que ante todo dejan claro que, antes de crear, se requiere conocer por largo tiempo los fundamentos del sushi.

P. Hurtado Norte 1521, Vitacura. Consumo promedio: $ 25.000

Japón

Luego de casi 40 años y habiendo soportado hasta hoy la moda de los sushibares en toda la ciudad, esteJapón.JPG restaurante sigue ahí, con cambios conforme ha pasado el tiempo —aparte de algo de palta, rolls fritos y otros sin arroz—, pero con la misma rigurosidad artesanal impuesta desde su apertura, en 1978. Los arroces ahí son tanto transparentes como glutinosos en la justa medida, listos para soportar cortes limpios y adaptarse a los sabores vegetales y marinos de su propuesta. Los clásicos siempre están: hosomakis, los prensados, los cortes de atún de primera, manteniendo la frescura que se traspasa a la boca. Una experiencia que, en verano, se desea.

Barón Pierre de Coubertin 39, Santiago. Consumo promedio: $ 20.000.

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