Por Paula Comandari Diciembre 30, 2016

The Singular Santiago, Merced 294.

Se encuentra en el corazón del bullicioso centro, pero basta entrar a The Singular Santiago para teletransportarse a cualquier rincón europeo. Ideal para desconectarse de la rutina a pocos pasos de la casa.

Como su nombre lo indica, aquí todo es singular. Partiendo por sus piezas finamente decoradas, con un estilo clásico, llamando al descanso y al placer. Pero la invitación de este pequeño hotel boutique ubicado en el barrio Lastarria, que mirado desde fuera pasa casi inadvertido, es abrir al máximo cada uno de los sentidos. En todos los rincones de este inmueble de 62 piezas que miran al Parque Forestal.

En su restaurante, en el primer piso, la comida se convierte en la excusa perfecta para vivir toda una experiencia, con platos perfectamente decorados y que mezclan lo mejor de la cocina francesa con todo tipo de productos locales que dejan, literalmente, anonadado a cualquiera. Pero la condición aquí es explorar: hay desde liebre con frutos rojos hasta cordero, pasando por todo tipo de productos del mar: desde ostras, centolla y pooho —el clásico pescado de la isla Juan Fernández—, preparados con deliciosas salsas, varias de ellas agridulces. Para comenzar, un imperdible es el tártaro de guanaco, mezclado con miniframbuesas y frutillas, tomatitos suaves y muy gustosos, que sólo invitan a querer probar más. El congrio Dugléré, con pétalos de cebolla asada y puré de espinacas y tomates confitados es la armonía perfecta de sabores que explotan en el paladar. Para los más temerarios, la recomendación es terminar con la ganache de chocolate y aceitunas, turrón de frutos secos y sal. Una fusión exótica que combinada con el servicio ultrapersonalizado y atento del staff viene a confirmar por qué este espacio está catalogado como el mejor restaurante de hotel por el Círculo de Cronistas Gastronómicos de Chile.

Pero el Singular tiene otras buenas invitaciones. Como “perder” el tiempo en la pequeña piscina que se encuentra en el noveno piso, junto al rooftop bar, que ofrece innovadores tragos y buenas tapas en un ambiente relajado, decorado con obras de arte, fotografías y portadas de las revistas Vogue y New Yorker, que se asemeja fácilmente a alguna buena terraza neoyorquina.

Aunque lejos, lo más singular de este hotel —el único miembro en Chile de The Leading Hotels of the World, junto con el Singular Patagonia— es el acogedor spa, delicadamente aromatizado con lavanda, bergamota y geranio, combinado con una agradable música, que entrega una experiencia única de descanso. Es lejos uno de los mejores de nuestra capital, un espacio cuya tranquilidad envolverá cada uno de los sentidos, invitando a la desconexión total. Aquí se ofrecen todo tipo de tratamientos corporales y faciales. Aunque el que más resalta es el masaje thai —que ofrece la masajista Patricia González—, el cual nos traslada a cualquiera de los pequeños pueblitos tailandeses. Y, como todo aquí, lo que ella entrega no sólo es un masaje que energizará el cuerpo, si no que, lo más importante, descomprimirá la mente, haciendo de un simple masaje una experiencia inolvidable.

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