Por Evelyn Erlij Diciembre 16, 2016

“Blue & Lonesome”, de The Rolling Stones.

Hay algo raro en ver a los Rolling Stones con más de 70 años y tocando hits de hace casi medio siglo, quizás, porque el rock, en su esencia, es música hecha por y para jóvenes. Con el blues pasa lo contrario: mientras más viejos los músicos, mejor suena la música y más celebrados son los artistas. Pasó con B. B. King, Bo Diddley o Muddy Waters: envejecer es una bendición para los bluseros. Por eso al grupo inglés le queda tan bien volver a sus raíces musicales en Blue & Lonesome, su primer disco de estudio desde A Bigger Bang (2005), y en el que rescatan una decena de blues antiguos y poco conocidos que, como estrategia de marketing, funciona perfecto: las caras de Jagger, Wood, Richards y Watts reflejan el paso del tiempo, pero el sonido de Blue & Lonesome los hace rejuvenecer cinco décadas, al inyectarles la frescura del blues de su primer disco, The Rolling Stones (1964).

No hay nada novedoso en este trabajo (¿se habrán rendido ya ante la tarea de hacer material nuevo?), pero Blue & Lonesome constata que la edad aún no les pasa la cuenta: en “I Gotta Go”, cover del maestro Little Walter, ejecutan casi con la misma energía que tenían a los 20 años el tempo desatado del blues más bailable. El que se luce en el disco es su vocalista, y en esto la crítica ha sido unánime: en las canciones escogidas (versiones de artistas legendarios como Buddy Johnson, Memphis Slim y Howlin’ Wolf) predominan la armónica y la voz de Jagger, pero tampoco hay que ser mezquino con el resto de la banda: Jagger en solitario no es ni una chispa de lo que es con sus colegas; basta recordar sus dudosos hits ochenteros, como “Just Another Night”. Aquí, las “piedras rodantes” aún ruedan. Ojalá que en el próximo disco echen a rodar también la creatividad.

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