Por Carlos Reyes M. Diciembre 16, 2016

Room 09

Hay dos maneras de entrar al último piso del Tinto Boutique Hotel. Una es comer el menú de degustación en el restaurante 040, en el subterráneo, y pedir la clave. La otra es tener una tarjeta de membresía, porque este bar entra dentro de la categoría speakeasy, que alude a los bares escondidos de la época de la prohibición gringa. Y lo exclusivo, en este caso, funciona. La idea es lanzarse a una serie de tragos de autor como el Absolut Spritz ($ 6.000) con vodka, amargo Ramazzotti, naranja, té negro y limón, aparte de otras mezclas igual de diversas.

Antonia López de Bello 40, Providencia. 


Siete negronis

La barra es grande y animada. Es uno de los buenos estrenos de temporada, donde el trago que da nombre a la casa se sirve como tal, pero también bajo otras variantes teñidas de moda y calidad. También hay viejos conocidos, como los daiquri mango-maracuyá y una larga lista de tragos con pisco, ron y gin. Las noches y tardes temáticas también forman parte de su decorado, aparte de una lista de platos corta pero contundente, con sándwiches, bocadillos de carnes y mariscos, que le aportan un aire más serio a la propuesta.

Mallinkrodt 180, Bellavista, Providencia.


Sarita Colonia

Sobran razones para ir: por sus ambientes, por esa cocina peruana “travesti” repleta de guiños orientales, por una terraza que ahora es techada, aunque, como siempre, deja ver el cerro San Cristóbal. La coctelería se concentra, era que no, en piscos peruanos. Si se preparan como sour, aparecen finos y sin amargores. A eso se suman cocteles clásicos basados en vodka o ron, aparte de la sangría chola (con sirope de chicha morada, jugo de naranja y vino carmenère) y otros como el Gabriel: vodka de arándanos, menta macerada en sirope de arándanos y jugo de limón.

Loreto 40, Recoleta. 


Hidden bar

No más de 20 personas caben en el subterráneo de Hotel Nippon. Hay que acceder por una entrada estrecha a esta especie de bar secreto, comandado por Nicholas Cornell, un bartender aplicado y que busca encantar conversando, pero también creando mezclas que van a tono con la temporada. Ejemplo: God Save the Cucumber ($ 4.500) con pepino, espumante y vodka de berries, aunque los tragos clásicos se imponen, como un Negroni ($ 4.200) en tonos más bien dulces, o sus daiquiris. El sushi viene desde el frente, del restaurante Japón, y eso es prenda de garantía.

Barón Pierre de Coubertin 62, Santiago Centro.

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