Por Carlos Reyes M. Diciembre 9, 2016

Botella Vin¿edo Chadwick 2014.jpgVale la pena detenerse en los títulos de Viñedo Chadwick cosecha 2014 para, en parte, justificar los $ 450 mil que vale en el mercado local. De un lado los 100 puntos otorgados esta temporada por James Suckling, uno de los críticos internacionales más reputados del momento, que además lo eligió como el mejor vino de los Andes (es decir, Chile y Argentina). También a nivel local, LA CAV le entregó 99 unidades, el puntaje más alto dado por esa publicación en su historia. Luego están los objetivos declarados de su dueño, Eduardo Chadwick, en eso de encumbrar sus vinos en términos de sentido de origen, calidad y reconocimientos, y así darle valor agregado a la escena criolla, reputada fuera del país, pero sin ese plus que da un precio prohibitivo para muchos.

Pero, ¿a qué sabe? Como muchos cabernet sauvignon parte austero, tímido, sobre todo cuando no hay decantación previa. Si ese ceremonial aparece, luce una potencia frutal que combina los arándanos con las ciruelas, el casis más un toque floral y de tabaco fino; sensaciones que aumentan conforme pasa el rato en la copa. Una nota licorosa desliza el perfil del Maipo, pero también las notas de madera fina calzando de forma precisa en la mezcla. La boca tiene taninos firmes, propios del cabernet, pero que se unen armónicamente a las notas de la nariz, que le van dando capas y capas de sabor, como si se tratara de una canción escuchada en un equipo de alta fidelidad, pudiendo captar el sonido de cada instrumento.

Eso sí, no se trata de un in crescendo interpretado por una orquesta filarmónica; más bien y de momento es la melodía de un cuarteto de cámara bien afiatado, por eso de ser un vino joven todavía, al que se le puede esperar un lustro y mucho más para conseguir la plenitud de sus capacidades. Como sea, es una experiencia que encapsula a la elite del Maipo dentro de una botella.

Otros buenos… y exclusivos

Imagen Manso de VelascoVarias etiquetas, y de manera similar a Viñedo Chadwick, expresan el territorio, una sola variedad de fruta y ofrecen calidad digna de ser muy bien pagada. Más al sur del Maipo, casi en la precordillera del valle de Curicó, Manso de Velasco 2012 es el vino tope de línea de Miguel Torres ($ 48.000) y también es un cabernet sauvignon puro de parras viejas, que demuestra una veta madura de frutos negros en plan maqui, casis, sumado a un tono especiado y a cuero, ofreciendo una complejidad que se traspasa a la boca. Ahí es largo, señorial, pero vibrante al paladar.

MontesFolly12.jpgMientras, en el cajón de Apalta (Colchagua), viña Montes desde 2000 que vio en su syrah puesta en laderas de 45 grados de inclinación la fuente para su Montes Folly 2012 ($ 105.000). Un vino que es cualquier cosa menos tímido: la expresión de sus notas animales —jamón, cuero, tonos sanguíneos— aparece con fuerza, matizada por una fruta roja como frambuesas y moras, junto a un perfil maderoso intenso, de la mano con taninos en boca que no dejan indiferente a nadie, sin perder la elegancia por cierto. Una etiqueta única en su tipo.

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