Por Diego Zúñiga Octubre 7, 2016

Contra la inocencia, de Rafael Gumucio.

A Rafael Gumucio (1970) le gusta discutir, le gusta llevar la contra, le gusta decir “pero”. Basta revisar sus redes sociales y leer sus columnas para saber eso. En un país donde evitamos, por sobre todo, la confrontación de ideas —un país que no discute, un país que no duda en voz alta, el país del consenso y los silencios brutales—, lo de Gumucio termina siendo una rareza y también un gesto necesario. Contra la inocencia (Alquimia Ediciones) es su último libro, donde recopila cinco ensayos en los que aborda temas como la belleza, la muerte, la corrupción, la transparencia, la política y una serie de experiencias autobiográficas, como ese día de 2014 en que Gumucio tuiteó sobre el incendio de Valparaíso y desató una furia impresionante en las redes sociales.

Avanzamos por los ensayos de Contra la inocencia y subrayamos ciertas frases que nos invitan a disentir, porque la escritura ensayística de Gumucio siempre ha buscado provocar e incomodar. Lo obvio: no siempre estamos de acuerdo con él y eso, en el fondo, es uno de los mayores aciertos de sus ensayos. No hay búsqueda de consenso, sí la idea de estimular en el lector una serie de reflexiones necesarias acerca de quiénes somos y cómo nos situamos políticamente en nuestra comunidad.

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