Por Álvaro Bisama Septiembre 30, 2016

Nan Goldin en el MoMA de Nueva York. Hasta el 12 de febrero de 2017.

The ballad of sexual dependency se llama la muestra de la fotógrafa Nan Goldin (1953) que se está exhibiendo actualmente en el MoMA, en Nueva York. Compuesta por una serie de fotos icónicas de Goldin (como el ya clásico autorretrato donde la autora aparece con la cara golpeada) y un video de 700 imágenes que la autora exhibió como una presentación a mitad de los 80 en diversos museos y salas, este video es el centro de The ballad...: Goldin compila sus fotografías como fragmentos de la vida en la ciudad a fines de los 70 y principios de los 80, y con eso narra la vida de ella y sus amigos. Esta secuencia, musicalizada por canciones de Screamin’ Jay Hawkins y The Velvet Underground, entre otros, funciona como un diario de vida donde cada imagen es el fotograma perdido de una cinta documental sobre un mundo donde el sexo, las drogas y la música aparecen en primer plano de modo tan íntimo como nítido. Porque es aquí donde descansa la belleza del trabajo de Goldin, en el arte de convertir la intimidad propia y ajena en una novela sin palabras donde el público se enfrenta a los rostros insomnes de una generación perdida entre bares, salas de estar, camas, baños, callejones de una ciudad dispuesta a devorarlos no sin antes darles el brillo de algo que se incendia de modo feroz antes de perderse para siempre. Acá la ausencia de pudor es sinónimo de verdad y la pornografía una forma de la ternura. Atrapada en el abismo privado de un mundo de humo y espejos, de sábanas sucias y caras depredadas por el deseo y el ansia, Goldin consigna las rutinas de una generación masacrada por el sida y las drogas, por la violencia sexual, por todas las formas de la soledad posibles.

En los 80, cuando The ballad of sexual dependency se exhibió por primera vez, aquello podía leerse como la crónica de un presente que se estaba desvaneciendo. Ahora, a treinta años de aquello, hay algo fantasmal en ella, en las vidas de los protagonistas de una fiesta secreta cuyos restos son sólo fantasmas, rostros felices o demolidos que sobreviven en las fotos, hermosos y malditos, perdidos en la noche, inmortales e insomnes.

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