Por Yenny Cáceres Septiembre 9, 2016

Voluspa Jarpa en el Malba, Buenos Aires. Hasta el 3 de octubre.

No era fácil exponer al mismo tiempo que Yoko Ono. No era fácil ocupar el monumental hall de entrada del Malba. No era fácil hacer una obra que trabaja con los archivos desclasificados de la CIA y conectar con el público. Pero por estos días, en Buenos Aires, Voluspa Jarpa es capaz de esto y mucho más.

Por primera vez, un artista chileno fue invitado a exponer con una muestra individual en el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires). La encargada de asumir semejante desafío fue Voluspa Jarpa (1971), nacida en Rancagua, pero con una infancia errante que la llevó a Brasil y Paraguay. Un dato biográfico que es el corazón de su muestra en el Malba, En nuestra pequeña región de por acá. Porque su exposición es un recorrido también por la historia de este continente, un relato plagado de dictadores, crímenes políticos y la intervención de Estados Unidos.

CoEPy-1WYAE6C-w.jpgCientos de páginas de los archivos de la CIA cuelgan desde lo alto en el imponente inicio de la muestra de Jarpa. Tiras infinitas, como los hilos de la memoria, de nuestra memoria, que incluyen varias páginas con tachaduras, que dejan al descubierto la imposibilidad de reconstruir totalmente esta historia. A un costado, una serie de cajas apiladas, intervenidas con reproducciones de esos archivos, citan al artista estadounidense Donald Judd (1928-1994). Jarpa establece una paradoja: en la misma época en que el minimalismo norteamericano reivindicaba la simpleza de las formas, la CIA preparaba estos documentos, fechados entre 1948 y 1994.

La muestra se completa con una serie de retratos de las víctimas de la violencia política, registros sonoros y un video en que un profesor de inglés —interpretado por el escritor Nicolás Poblete— ayuda a Voluspa a traducir estos documentos. El recurso de la pantalla dividida —con un encuadre repetido hasta el infinito— también parece sugerir nuevos límites en esta reconstrucción de la memoria.

Al final, con el mismo espíritu minimalista, una sala de paredes blancas e impolutas alberga una serie de carpetas rojas de acero con los archivos judiciales y de inteligencia a los que alude la exposición. “Todo se desvanece en la niebla” es el título escogido por Jarpa para esta obra, una suerte de biblioteca del horror, ordenada por países, que los mismos espectadores que antes visitaron la retrospectiva de Yoko Ono revisan con especial atención. Así como las “instrucciones” de la artista japonesa provocan curiosidad, estos archivos resultan igualmente provocadores. Una invitación a que no se desvanezcan en la niebla.

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