Por Antonio Díaz Oliva Agosto 12, 2016

La nostalgia puede ser un arma de doble filo: uno añora cierta época o edad, pero casi nunca la película o el show de TV en sí. Stranger Things sufre por momentos algo similar. Es una serie que recicla citas pop, pero que a ratos no sabe qué hacer con tanto reciclaje. De todas maneras, tal vez lo mejor ni siquiera sea una cita sino una resurrección: Winona Ryder. Y claro: si somos justos no deberíamos usar la palabra resurrección ya que Winona, la verdad, siempre ha estado presente. El año pasado brilló en la excelente Show Me a Hero. Antes de eso, como parte de esa ola de películas que se convierten en culto gracias a Netflix, la pudimos revisitar en Heathers, aquella oscura comedia adolescente en que actúa junto con Christian Slater. Y ahora, en Stranger Things, vuelve a los territorios que la catapultaron a la fama: los suburbios gringos. Pero si en los 80 era la hija dark y perdida de una familia (Beetlejuice, El joven manos de tijera, etc.), ahora se pasa al otro lado; acá Winona es Joyce Byers, la madre soltera y frágil que sufre la desaparición de su hijo Will. Y OK: puede que Stranger Things no sea más que televisión vintage. Pero por lo menos mientras Winona siga en nuestras pantallas, de seguro varias y varios no tendremos problemas en seguir cegándonos con esa nostalgia gratuita.

Relacionados