Por Antonio Díaz Oliva Agosto 26, 2016

“Norris vs. Communism”: en Netflix.

Era 1985 y la dictadura de Nicolae Ceaușescu aún tenía a Rumania silenciada. Al otro lado del mundo, en tierras gringas, Chuck Norris pateaba malos y se convertía en un símbolo capitalista. Cómo ambos mundos colisionaron es el tema de Chuck Norris vs. Communism.

Pero en este documental, pese al título, el héroe no es Norris sino Irina Nistor, traductora del gobierno rumano y quien, en un episodio que parece sacado de una novela de John le Carré, es contactada por un misterioso hombre que le pide doblar películas de acción y comedias estadounidenses. Así fue como varios VHS se comenzaron a pasar secretamente de mano en mano en una red que creció y creció hasta el fin de la Unión Soviética. Y si bien la tesis del documental —que estas películas influenciaron la caída del régimen de Ceaușescu— es algo débil, Chuck Norris vs. Communism sí grafica bien que la traducción puede ser un arma silenciosa e ideológica.

Además, es un divertido retrato sobre un grupo de rumanos aburridos y grises que fantaseaban sobre esa misteriosa voz que traducía películas prohibidas. O, como dice uno de los entrevistados, que luego de ver Rocky se levantó temprano y salió a correr y subir escaleras: “Nos comenzamos a preguntar por qué todas las películas estaban dobladas por la misma voz; Irina se volvió la voz más reconocible después de la de Ceaușescu”.

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