Por Gonzalo Maier Agosto 12, 2016

A primera vista, uno podría imaginar que una película sobre dos amigas en la industria del porno tendría todo lo necesario para pasar un buen rato —sexo, traiciones, fiestas, un poco más de sexo—, y efectivamente no se equivocaría. Dirigida por el bueno de Sean Baker, Starlet sigue las aventuras de la simpática Jane —interpretada por Dree Hemingway, la nieta del mismísimo Ernest— en una California soleada, llena de cuerpos sudorosos y gente sola. A poco andar, un inesperado montón de billetes provocará lo que suelen provocar los billetes en el cine, y la vida de Jane tomará un desvío que la llevará a cuestionar sus amistades, a encontrar un mundo que desconocía y blablablá. Es decir: tal como en las grandes películas, el argumento importa un rábano porque Starlet está muy bien filmada y es empática, inteligente e incluso tiene un final maravilloso. De paso, retrata de cerca la industria del porno, que resulta tan mecánica y burocrática como cualquier otra. Si este simulacro de invierno los pilla aburridos y tienen Netflix, no lo piensen dos veces.

“Starlet”. Disponible en Netflix.

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