Por Alejandra Costamagna Julio 22, 2016

Basta una iluminación tenue y un cuadrado verde como escenografía para que la obra Pulmones, del inglés Duncan Macmillan, nos transmita el vértigo de sus protagonistas. Sobre este despojado escenario vemos a dos actores entregados al máximo en su interpretación de una pareja joven, con conciencia ecológica e inquietudes múltiples, que se debate sobre ser o no ser padres: “El puto propósito de la existencia”, como dirán ellos. Abordando un conflicto similar al del comienzo de la película Vida sexual de las plantas, Francisca Lewin demuestra una vez más su enorme talento para transmitir las contradicciones emocionales de unos personajes que a ratos parecen haber nacido sólo para enrollar y desenrollar nudos mentales. Francisco Ossa, en tanto, no queda corto en su interpretación del hombre que duda, pero se entrega. Que se resiste, pero se entusiasma. Que la embarra y se arrepiente. “Hagamos a otra persona”, propone ella en algún momento. La perspectiva les parece tan maravillosa como aterradora, dada la crisis ambiental del planeta y las infinitas consecuencias derivadas de la irresponsabilidad del ser humano. Las actuaciones de ambos conmueven, sin embargo el mérito es también de Álvaro Viguera, que dirige este texto interesante (aunque a ratos algo estereotipado) con soltura y agilidad. La pareja cambia de opinión una y otra vez, y el tiempo los va atrapando en un pestañeo. Cambio de luz y una hora, cambio de luz y un día, cambio de luz y unos años. Hasta que la vida se les esfuma.

“Pulmones”: hasta el 30 de julio en el Teatro Mori Bellavista.

 

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